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H, Matamoros, Tamaulipas:


MÚSICA

 Jueves 18 de julio de 2024


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P Périz Copio”

MÚSICA

Mi tía Esperanza me hizo la seña típica de “shhh” con el dedo índice sobre la boca, para que no fuera a interrumpir el dulce sonido del violín con el que ejecutaba Itzhak Perlman, la pieza bellísima que escribió Sir John Williams, tema de esa película tan cruda y al mismo tiempo muy humana que se llama “La lista de Schindler”.

Vi a mi tío, Justino Copio Nevares, en su estudio, sentado en su butaca favorita, los ojos cerrados, dirigiendo una inexistente orquesta en esa sala que ahora no era la de su casa, sino una grande, de magnífica acústica, plena de un público atento a su imaginaria batuta.

Esperé a que concluyera –seguramente entre aplausos por su magnífica dirección– la pieza en cuestión, y entonces entré a su estudio y lo saludé. Mi tío, el decano de mi familia Copio, maestro por vocación, y profesión, se jubiló como director de una escuela Preparatoria oficial, hace ocho o nueve años, luego de más de 35 años de servicio ininterrumpidos.

Luego de los saludos amorosos, que incluyen beso en la mejilla, le pregunté de dónde la afición por la música, en particular de la llamada “clásica”, de la que tiene una muy extensa colección, y de otro género, como este, de la de películas.

—Qué buena pregunta, hijo. Para responderte, necesitamos un café, así que vamos a la cocina y le pedimos a tu tía que nos regale sendas tazas de café caliente, del que nos manda tu primo Martín, de su Beneficio de Coatepec, sin duda, el mejor.

Me refirió que no fue sino hasta los 16 años, según su muy buena memoria, que, al entrar a las oficinas de la Secretaría de Educación, escuchó en los altavoces del hermoso edificio que la alberga, la maravillosa Primavera de Antonio Vivaldi y eso lo conmovió, lo extasió. Indagó preguntando aquí y allá, de donde venía esa música celestial –así dijo– y finalmente llegó hasta donde una señora, ya mayor, atendía el asunto de mantener presente la música en cumplimiento de las instrucciones del Secretario –no me dijo el nombre– a quien le pudo agradecer personalmente, muchos años después, en un acto oficial de reconocimiento por su trayectoria, cuando ya era subdirector de una Primaria, que le hubiese descubierto la fascinación de la música, esa música.

—Desde luego que ya conocía otros géneros musicales, pero en la casa paterna sólo había un receptor de radio, y un par de estaciones difusoras que emitían sólo la que se conoce como popular; pero esta, la de los grandes maestros, la descubrí, como te acabo de decir, en esa circunstancia.

Mi tía dijo en ese momento que, mientras mi tío fue director de esa Preparatoria, en los pasillos y patios dispuso unas potentes bocinas para que los alumnos y los profesores escucharan los discos que conforman su discoteca, y que conserva con sumo cuidado.

—Bueno, hijo, si alguno de los muchachos sintió lo que yo cuando escuché La Primavera, me doy por satisfecho.

Mi tía me ofreció otra taza de café, pero con unas ricas galletas de vainilla.

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 

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