Jueves 20 de junio de 2024
SERVIR
Letras de Arenas
Pepe Arenas, presenta:
“Las Peripecias, por P. Périz Copio”
SERVIR
Antes de llegar al
desayuno al que me convida semanalmente mi tía Rita, la viuda de mi tío Luciano,
ella me hizo una atenta petición que, desde luego, atendí gustoso: no hablar de
política, y mucho menos de elecciones. No pude estar más de acuerdo. Yo también
quedé hastiado de esos temas. Es más, puse en mi muro de Facebook esta frase:
“Dos de octubre, no se
olvida… dos de junio tampoco”.
Pasé como lo hago cuando
voy a su casa, por la panadería “La Concha” precisamente por unas de vainilla y
de chocolate, seguro de que mi tía tiene una buena porción de nata en su refri,
para abrir una de vainilla y ponerle una generosa porción; y también unas
campechanas, para lo mismo, es decir, moler una en un plato y combinarla con
nata. Una delicia.
Estaban también sus
hijos, Patricio ─Pato para la familia y sus amigos─, que tiene su propio
negocio de compra, venta y reparación de equipos de cómputo y telefonía
celular; y Martina, pasante de la carrera de Derecho, que está elaborando ya su
tesis profesional, me dijo, con un tema relativo a Derechos Humanos; y también
estaba de visita mi prima Amalia Périz Sentíes, maestra de Educación Primaria,
especializada en el sistema Montessori. Fue un gusto especial para mí porque
hacía al menos un año que no la veía.
Martina se hizo cargo de
preparar y servir el café de Coatepec, el que nos envía sin falta cada mes a
varios de sus parientes consentidos mi primo Martín Copio, de su propio
beneficio cafetalero.
— No te levantes, primo,
yo te sirvo.
Le agradecí a Martina su
atención y vi la expresión de satisfacción de mi tía y como ella notó que la
miraba me dijo:
— Así los enseñé, te
consta: servir es, corrijo, debe ser, un gusto. No hice sino imbuirles ese
mismo principio que me inculcó mi madre y a ella mi abuela y así para atrás.
— Tal cual a nosotros mi mamá, tía, y así lo
hice con mi hija Fátima— dijo Amalia.
— Pues si ese es el principio, como dices,
mamá, eso es lo que hacemos en mi negocio: servir, y a mis dos colaboradores se
los he dicho muchas veces: si damos un buen servicio, con una actitud positiva,
atendiendo bien a los clientes, lo que ocurrirá es que vuelvan y más, que nos
recomienden. Hay que servir.
Amalia refirió que,
desafortunadamente entre sus alumnos no todos reciben en sus casas la mejor
educación y no tienen esa conciencia, es decir, colaborar con sus compañeros y
tenderse la mano entre sí, e ilustró el caso de un compañerito que usa muletas
para caminar porque tiene un defecto de nacimiento y no siempre lo ayudan, por
ejemplo, a cargar su mochila, no se acomiden, dijo.
Mi tía entonces recordó
lo que dijo muchas veces la Madre Teresa: “el que no vive para servir, no
sirve para vivir”.
Acudí entonces a la
cocina y tomé de la estufa la jarra de café y serví otra ronda. Me gané otra
concha con nata mientras escuché varios “gracias”.
josearenasmerino@gmail.com
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