Sábado 4 de noviembre de 2023
Letras de Arenas
Pepe
Arenas, presenta:
“Las
Peripecias, por P. Périz Copio”
MUERTOS
Desde
muy temprano, ayer, dos de noviembre, llegué a casa de mi tío Heriberto Copio
Gómez, quien durante más de 35 años fue policía ministerial; ahora, ya
retirado, asesora a varias empresas privadas de seguridad –que por cierto
proliferan y van in crescendo– y ya
sin tantas presiones, atiende a la familia: su esposa Lupita, sus hijos Liliana
y Saúl, y los hijos de ella, los pequeños Raúl y Carmelita, mis sobrinos.
El
motivo de la reunión, además de disfrutar de un opíparo desayuno, era terminar
de poner el altar a los muertos, como se acostumbra en muchas casas, y aunque
en mi familia no es una costumbre, en la de Lupita sí, pues son católicos
practicantes, apegados a la religión, y como el tío Heriberto dice, “hay que
llevar la fiesta en paz”, de modo que se adecuó a esa costumbre.
Luego
de la fruta y los huevos al albañil, y calabaza en tacha de postre, terminamos
de colocar todos los elementos para que la ofrenda luciera como de competencia.
Lupita, cuyos padres murieron en un accidente de carretera hace algunos años,
dispuso un espacio en la sala de la casa y colocó en lugar destacado sus
fotografías, y mi tío Heriberto aportó las de sus padres, mis abuelos, así como
la de Miguelito, su primogénito que murió siendo aún un niño pequeño, por una
peritonitis, según creo recordar.
Las
flores de cempasúchil, que tanto adornan por supuesto no faltaron en abundancia,
además de frutas, dulces típicos y dos botellas de vino español.
Debo
admitir que yo fui un mero observador al que ni siquiera pidieron opinión; sin
embargo, no me incomodó, pues lo importante en la familia siempre ha sido eso,
la convivencia en fechas señaladas como la de ayer: festejar la memoria de los
difuntos.
⸺
Y si Miguelito murió, ¿dónde está mamá?
La
pregunta fue de Carmelita, a su madre, mi prima Liliana, que hábilmente se
llevó a la boca un trozo de pan de muerto, para no responder de inmediato,
mientras pensaba qué contestar.
La
que respondió fue su abuela, Lupita:
⸺
Está en el cielo, con Diosito.
⸺
¿Y cómo lo sabes, abuelita?
⸺
Bueno, sólo lo sé y tienes que creerlo tú también.
No
más preguntas. Terminó el desayuno y Carmelita y Raúl recibieron el permiso de
su mamá para salir al jardín.
⸺
Sin ánimo de polemizar ni contrariarte, mujer, te digo que lo mejor será, si
vuelve a preguntar la niña por su hermanito o sus abuelos, darle una respuesta
más contundente, más clara. Sé que le respondiste lo que te enseñaron a ti,
pero pienso que están ya en edad de explicarles claramente ese tema.
⸺
Bueno, pues si no te parece lo que le dije, hazlo tú. Yo dije eso que como bien
dices, me enseñaron sus abuelitos, precisamente.
⸺
¿Alguien quiere café, más calabaza o alguna otra cosa?
Con
esa pregunta, Liliana evitó la tensión del momento y cambiamos el tema.
Qué
bueno que mis hijos ya son adultos, pensé, mientras comía un poco más de
calabaza y también que mi tío tiene razón.
josearenasmerino@gmail.com
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