Viernes 25 de noviembre de 2022
Letras
de Arenas
Pepe Arenas presenta:
“Las Peripecias, por P. Périz Copio”
SEXO II
⸺ Sí primo, pero cuando Demócrito de Abdera dijo que “lo
único permanente es el cambio”, lo hizo en el siglo quinto, antes de nuestra
era y mira cómo van ahora los cambios en el siglo veintiuno de la era
Cristiana, donde ya no hay tema que no se trate, en particular en la internet⸺
le dijo Lilia Copio a nuestro primo Carmelo.
Ella convocó a esta reunión para tratar un asunto muy
serio, en mi casa. Mientras le dio respuesta a lo dicho por Carmelo, preparó
una galleta con queso brie y se lo pasó a María, su novia, que permanecía
callada, atenta a la conversación.
⸺ Tienes razón, querida primita; hoy la comunicación es
casi instantánea y los medios para enterarse se multiplican, quizá por eso la
información fluye a gran velocidad; y no dudo que, independientemente de lo que
les haya dicho la maestra a sus alumnos, entre ellos a mi sobrino Raulito, me
atrevo a asegurar que él cuenta con un teléfono celular que tú misma le
compraste y así también se asoma a ese universo.
Ya estábamos en la mesa y, como buen anfitrión, les pedí
que eligieran de las charolas de sushi lo que fuera de su gusto. Lo malo fue
que me dejaron sin el de abulón y le atacaron también al de salmón, los que más
me gustan. Me conformé con el de atún, y les serví más sake.
⸺ Sin embargo, Lilia, déjame decirte mi parecer, para tu
tranquilidad: los seres humanos, como muchas otras especies animales, definimos
nuestra preferencia sexual en la adolescencia; es decir, que Raúl, siendo aún
puberto, está aún en el proceso de definir su orientación sexual. No es raro,
tampoco, que ya siendo adultas, muchas personas decidan cambiar de sexo⸺ dijo
Carmelo y al notar que María se ponía roja, con un rictus de enojo, añadió⸺:
estamos entre adultos, y no lo dije por incomodarlas. Lo que quiero es que
Lilia se tranquilice.
En ese momento recordé, a la velocidad del pensamiento,
que es lo más veloz que conocemos, que cuando éramos chiquillos, ya casi
saliendo de la pubertad, precisamente, nos reuníamos en casa de mis tíos Heriberto
y Lupita, los papás de Lilia, y con otros primos y vecinitos, jugábamos a “las
escondidillas”, “el papá y la mamá”, “el médico y la enfermera” y “las
cebollitas”, y Lilia fue siempre mi pareja en esos escarceos, propios de los
niños que van dejando de serlo.
⸺ Ahora bien, déjenme decirles esto: por mucho que lo
abomino, sobre todo en tiempos recientes, al presidente ruso, Vladimir Putin,
admito que estoy de acuerdo con su política de restricción de una parte de la
libertad. Me refiero a que en Rusia está prohibida la apología de la
homosexualidad –y no es el único país donde no se permite hacer alarde de
ello-, pues gracias a ello, supongo, los jovencitos en la edad de Raulito y
Susanita, tu hija, no tienen esas dudas, como cuando ven a dos hombres o a dos
mujeres besándose⸺ dijo, y el que se puso rojo fue él mismo; pero Lilia y María
primero, y luego los cuatro, nos carcajeamos. Para rematar, María, que había
permanecido callada preguntó si Putin se escribe con acento en la i. Reímos aún
más.
Decidimos salir por un helado, porque olvidé el postre.
josearenasmerino@gmail.com
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