Martes 26 de enero de 2021
“VENGO HUYENDO PARA DARLE
UNA MEJOR VIDA A MIS HIJAS”
Por: Lupita Díaz
Sandra Andrade es una mujer de origen salvadoreño que un día
decidió huir de la inseguridad de su país, para darle una mejor vida a sus
hijas y dejar de trabajar para pagar las ¨cuotas´´ al grupo delincuencial
llamado Los Mara Salvatrucha, se atrevió a venir hasta la frontera norte de México
con el sueño de llegar a los Estados Unidos y una vez allá darles una mejor
vida a sus dos pequeñas de 11 y 8 años de edad.
En octubre de 2019 llegaron al campamento, vivían en una
casa de campaña con capacidad para una persona, al tiempo, otros
migrantes que pudieron cruzar la frontera les donaron su casa de campaña que
era más grande, sin embargo, aun cuando había más espacio, para ella como madre,
era difícil conciliar el sueño durante la noche, ya que sabía que corría el peligro
que le robaran a sus hijas o se las arrebataran para violarlas. Tenía conocimiento de algunos casos en que
habían robado a algunas chicas y las llevaron a la ciudad a prostituirlas.
Una noche me causaron un gran susto pensé que iba a
perderlas, dormitaba agarrada de ellas, era mucho estrés, mucha presión para
ellas y para mí, ya no pude más con el miedo, así que decidí que lo mejor era
que las cruzaran por el rio y que las entregaran con unos familiares que viven
en Boston. Nos explicó Sandra, en exclusiva para El Diario de Matamoros.
Desde que llegamos a
este campamento yo he salido a trabajar a la ciudad, he volanteado, he
trabajado para compañía de celulares, también haciendo el aseo en las casas,
cuidando enfermos, todo para juntar el dinero que me pedían para poder enviar a
mis hijas a los Estados Unidos; en una ocasión trabajé en una casa durante dos
semanas cuidando a un anciano enfermo y no me pagaron, me corrieron y me
dijeron que me regresara a mi país, y uno no puede hacer nada a quien reclamas,
tienes que aguantar, explicó la migrante salvadoreña
con tono molesto y triste a la vez.
Mis hijas estuvieron conmigo aquí en el campamento desde
octubre del 2019 hasta octubre del 2020, la más chiquita tenía anemia y muchos
parásitos, las dos se adelgazaron y yo la verdad temía por sus vidas; ahora ya
van a la escuela, reciben atención médica y están a salvo. Janie, la mayor,
tiene muy buenas calificaciones lleva puras A y B. ¡Mis familiares ya llenaron los papeles para
que ella entre a un programa de niños superdotados!, agregó con lágrimas en los
ojos, ahora no por tristeza, sino por la felicidad que embarga a un padre
cuando siente orgullo por los logros de sus hijos.
Me duele mucho haberme separado de ellas, no pensé que esto
nos fuera a pasar, creí que todo el tiempo estaríamos juntas, ¡Tú me prometiste
que vas a venir con nosotras! me dice mi
chiquita cuando hablo con ella por teléfono, pero su seguridad es primero y
aunque las extraño a diario, prefiero eso y saber que ellas están bien, muy
pronto con la ayuda de Dios estaré con ellas. Nos dijo la entrevistada con la voz
entrecortada, con lágrimas en los ojos y al mismo tiempo con grandes esperanzas
de volver a abrazar a sus hijas.
JAMAS REGRESARIA A EL SALVADOR, AHÍ MI VIDA VALE 65 DÓLARES!
Mi vida en El Salvador era de trabajo, yo vendía Hot Dogs,
tenía dos carritos y con la venta me hacía vivir, pagaba renta, agua, luz,
comida, colegiatura y transporte escolar de mis hijas, pero Los Mara te
presionan para que les pagues su cuota, no les importa cuánto
ganas y cuantos gastos tienes, ellos te dicen una cantidad que debes entregar
por semana y a ver cómo le haces. ¿De
dónde querían que yo sacara más? ¡son
unos miserables!, si no pagas corres el riesgo de pagar con tu vida. El
Salvador está dividido en 14 departamentos, yo tengo como evidencia que me
cambiaba de departamento con mis hijas cada seis meses, las cambiaba de escuela
tratando de librarme de ellos, pero no se podía. Me pedían que les pagara 65
dólares por semana. ¿De dónde yo podía
sacar esa suma? se preguntó Sandra en tono de angustia.
Tú no puedes regresar allá porque ellos saben que te viniste
y dejaste una deuda que tienes que pagar con tu vida, nos dijo al tiempo que
nos mostraba en su celular una foto de un joven, este muchacho también es de el
Salvador, venia huyendo como nosotras, aquí le compartía de mi comida, era un
joven muy educado, pero no aguantó estar aquí y cuando ofrecieron la
ayuda de regresarnos en los autobuses el decidió irse, a los cinco días de
haber llegado a mi país lo mataron, es muy triste conocer estas noticias y eso
mismo provoca que decidamos seguir aquí.
El Salvador es un país donde reina la delincuencia, allá las noticias a
diario son de menores descuartizados y encontrados en los canales, declaró
la migrante salvadoreña, y agregó:
Unos conocidos míos, una pareja de jovencitos que tenían un bebe,
un día fueron correteados por los Mara, ellos por salvar sus vidas y la de su
bebe intentaron entrar a un mesón y ahí los balacearon Oscar y él bebe
perdieron la vida, ella logró salvarse por que se aventó por una
ventana, ¡Prefiero morir en el intento que morir allá por nada! ¡Allá mi vida
vale 65 dólares! Declaró entre lágrimas que denotaban impotencia y valentía a la
vez.
DE FUGITIVA A VOLUNTARIA
La pena por estar separada de sus hijas ha llevado a Sandra a
convertirse en voluntaria activa en el campamento, ella tiene a su cargo un casa
de campaña en donde almacenan artículos para la 1ra infancia como fórmula para lactantes, vitaminas, pañales,
ropa para bebé, y juguetes, hasta ella llegan las madres migrantes que
requieren de esos artículos y ella apunta en hojas sus nombres, edades y
nacionalidad, como una manera de llevar un control de quien recibe los
artículos, esta ayuda procede de organizaciones, iglesias y particulares de Estados Unidos y ella es la
encargada de cuidar y entregar esta preciada ayuda.
Aquí han nacido algunos niños y sus madres necesitan
vitaminas porque están desnutridas, porque aquí no se come bien, eso provoca que
ellas no pueden producir leche suficiente para sus bebes, que también están
desnutridos, así que esta ayuda es muy preciada. Los niños mayorcitos también están
desnutridos, algunos tienen ataques de ansiedad y a ellos les damos estos multivitamínicos
de gomitas, explicó mostrándonos algunos frascos de vitaminas.
Hay mucha necesidad en este campamento, y agradecemos la ayuda que
nos dan las caridades católicas y también una estudiante de leyes de la
Universidad de Texas, ella está realizando su tesis sobre los casos de este
campamento porque se va a especializar en leyes de migración, y gracias a ella
es que hemos recibido mucha ayuda para los niños.
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