Miércoles 20 de enero de 2021
EN LAS
NUBES
Atornillado
a la máquina
Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
Los atornillados a la máquina debemos tomar en
cuenta lo que escriben los maestros.
Copiar
sus textos para enriquecer los nuestros, de ninguna manera es “fusilamiento”,
como algunos acusan.
Qué
haríamos los incultos sin leer a los clásicos. Y qué pecado es repetir y
asimilar sus creatividades,
Tomémoslo
en cuenta. Porque ya estamos atornillados a la máquina. No hay nada como un
sueño para crear el futuro.
Porque soñar con él, es mucho mejor que
lamentarse por el pasado. Y que decisiones tomadas en pocos segundos, definen
futuros enteros
Como
hacemos también, todos, sin excepción, en ilustrarnos.
Compartimos,
con el crédito debido, lo que a nuestro juicio redactan apreciables colegas.
O
tomar frases de lo que hemos leído de escritores, genios, sabios del pasado y
el presente.
La incertidumbre del futuro es algo que nos ha
intrigado como especie humana.
Realmente no sabemos qué es lo que nos traerá
el futuro y lograr enfrentarnos a él exitosamente a veces puede resultarnos
complicado, y lo único que nos queda es prepararnos con nuestros pensamientos y
nuestras actitudes.
Ellos
nos hacen recordar que la mejor manera de predecir el futuro es creándolo.
Porque el futuro comienza hoy, no mañana.
El
futuro está oculto detrás de los hombres que lo hacen.
No puedes escapar de la responsabilidad del
mañana evadiéndola hoy. Ni que los
sueños de tu pasado sean la realidad de tu futuro.
Y
que cada vez que tomas una decisión, cambias el futuro. Cambia tu vida hoy. No
te juegues el futuro. Actúa ya sin demora.
Creo que el futuro de la humanidad está en el
progreso de la razón a través de la ciencia.
Por
cierto, acabamos de recibir el texto de su nuevo libro, 317 páginas, que se
llamará “Palabras de ocasión” del maestro, colega y gran amigo, don José
Antonio Aspiros Villagómez.
Nos
hace saber que el propósito es rescatar y agrupar por materias, información
duradera que puede ser de utilidad general.
Charlas,
ponencias, talleres, docencia.
Así
como dejar constancia del trabajo desarrollado por los autores -su esposa Norma
Vázquez Alanís y José Antonio Aspiros- durante el eficiente desempeño profesional.
Contiene
principalmente datos para el conocimiento y la consulta
presentados
con un tratamiento periodístico, es decir, con el estilo, técnica y extensión
de los géneros correspondientes, según hayan sido escritos para una revista, un
periódico, una página digital o una agencia de noticias.
Es
un orgullo platicarles algo del contenido.
Un
aspecto complementario del trabajo periodístico, consiste en
compartir
ideas, experiencias y conocimientos con públicos idóneos. En mi caso fueron muy
pocas las ocasiones presentadas, por buena suerte dada mi mayor preferencia por
aprender, que por enseñar.
Este
volumen de la serie Textos reunidos contiene la mayor parte de esa actividad:
algunas clases, charlas, talleres, ponencias y un pequeño ensayo sobre la
censura, expuestos en un lapso de 45 años y en su mayoría sobre temas de mi
profesión: el periodismo.
Destaco
en su contenido dos tópicos, aunque no son los únicos que abordo: el trabajo en
las agencias de noticias, que fueron los medios donde pasé la mayor parte de mi
vida laboral, y el buen uso del idioma español en la labor periodística, que
para mí es la principal herramienta antes que un teclado, una cámara o un
micrófono.
Fueron
diversos los escenarios -incluida el aula- donde tomé la tribuna y los motivos
que me llevaron a hacerlo. Tal vez en algunos casos se trató de un impulso
voluntario para probarme en este tipo de actividad, pero la mayoría fue por
invitaciones prácticamente insoslayables.
Siempre
hubo aplausos -también algunos cuestionamientos- y las constancias impresas
recibidas y que conservo como pequeños trofeos, ya forman parte de mi
currículum.
La
primera de mis charlas, en 1975, fue más de tipo laboral que gremial, pues
asistió todo el personal -no solamente periodistas- de la Editorial Mex-abril
donde trabajaba para la revista Automundo, y no recuerdo cuáles fueron las
motivaciones que tuve, porque el ambiente en la empresa era bastante pesado y
renuncié al año siguiente.
Lo
único que mantengo en la memoria es que, cuando fue promovido como director de
la citada publicación, el compañero Luis Arenas Rosas -hijo del historiador y
periodista Diego Arenas Guzmán- dijo que “yo me caso con mi máquina de
escribir”, y eso inspiró el título de mi exposición.
Pasaron
casi seis años para volver a presentarme ante un auditorio, ahora con las
trabajadoras sociales de una clínica-hospital del Seguro Social donde me
conocía la jefa de ese servicio, María Antonieta Escobar, quien también tenía
estudios de periodismo y por un tiempo laboró en la agencia Notimex.
Cuando
José Antonio Calcáneo Collado fue presidente de la Federación de Asociaciones
de Periodistas Mexicanos (Fapermex, 2005-2007) me distinguió con invitaciones
para dar una charla en Irapuato, Guanajuato, y un taller tanto en Playas de
Rosarito, Baja California, como en Villahermosa, Tabasco.
Los
detalles están aquí, junto con los respectivos textos.
Pero
antes, cuando se creó la Fapermex en Ixtapan de la Sal, Estado de México
(2002), presenté una ponencia sobre ética, cuyos comentarios por parte de
algunos asistentes me dejaron gratificado, lo mismo que cuando el entonces
presidente el Club Primera Plana (2002-2005), Julio Pomar, me invitó a
participar con él en un seminario en Taxco, para los colegas de Guerrero.
Esas
experiencias me dieron a conocer entre los compañeros de la Fapermex y se
tradujo en invitaciones para ser dos veces (2007 y 2008) jurado del Premio al
Mérito Periodístico ‘José Pagés Llergo’ organizado por la Universidad
Quetzalcóatl de Irapuato, Guanajuato, y la Asociación de Comunicadores
Profesionales de Irapuato, AC, encabezada por Irma Hernández, y para dar una
conferencia a reporteros locales que a última hora fue cancelada y se convirtió
en una plática de desayuno, pero aquí está inédita y completa.
Ya
estaba yo fuera de esa agencia de noticias cuando, a finales de 2008, me buscó
quien había sido mi jefe, Jacobo Vega Méndez, para invitarme a colaborar con él
en la agencia Amex de la Asociación Mexicana de Editores (AME).
Él
era entonces el director de ese medio y lo apoyé con algunos trabajos de
organización, entre ellos el de la primera reunión nacional de corresponsales
de Amex, que tuvo lugar a comienzos del año siguiente.
En
la misma, y a propuesta suya, presenté tanto una plática sobre el papel de las
agencias de noticias en general, como otra para dar a conocer -ya más
concretamente- una guía editorial que preparé para ellos a manera de manual de
estilo.
El
mismo tema de las agencias informativas sirvió en 2017 para mi exposición de
ingreso a la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG) y un poco
-enfocado a manuales de estilo- cuando la presidenta de la Asociación Mexicana
de Profesionales de la Edición (PEAC), Ana Lilia Arias, me invitó en 2018 a
exponer durante el Día Internacional de la Corrección de Estilo.
Rompen
estas temáticas dos casos: cuando mi amigo y colega Octavio Raziel García
Ábrego (1942-2019) me pidió hacer la presentación de su novela México 8.5
Richter (2008) en un círculo literario de empelados de Pemex, y cuando alumnos
de la Universidad Iberoamericana se interesaron en conocer mis experiencias
como reportero de temas arqueológicos (2016).
Esta
segunda invitación no se consolidó porque quien la hizo ya no volvió a
buscarme, pero entre tanto preparé la charla y aquí se
encuentra.
Mi
incursión como docente fue también escasa. Es un trabajo que exige dedicarle más
tiempo del posible cuando no es la actividad principal, y en el cual hay que
recurrir mucho a la exposición multimedia en la que nunca adquirí experiencia.
En
cuatro ocasiones fui invitado a dar clases a estudiantes de
licenciatura
en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’, y en
cuatro
más por PEAC para exponer sobre corrección periodística durante el Día
Internacional de la Corrección de Estilo de 2010, y en los tres años siguientes
en el diplomado que sobre esa materia imparte la Academia de las Artes de la
Escritura.
En
la Escuela ‘Septién García’ impartí dos veces la materia Agencias de noticias y
oficinas de prensa (1979-1980 y -seminario- en 1990), después Noticia en prensa
(2001) y finalmente Gestación y edición de información periodística (2005).
Esta
última la interrumpí a un mes de iniciada, por el trato hostil y estresante que
daban entonces los alumnos a los profesores, y que yo no tenía necesidad de
soportar, y además me regresó la colitis.
En
la última parte de estos Textos reunidos están los datos y planes de estudios
de las materias que impartí.
Dar
cátedra -y más al nivel de licenciatura que me tocó- es una labor delicada que
demanda preparación, tiempo y resistencia. Nunca tuve duda de mis conocimientos
y recursos sobre los temas a exponer, pero fui inconstante seguramente por
falta de vocación real -aunque lo hice con gusto y entrega las más de las
veces- y por lo absorbente que me resultó: no era sólo impartir la clase; atrás
de esos 50 minutos por sesión (y sólo pagaban la hora de clase impartida)
estaban muchas horas de preparación del tema y de los exámenes, revisión de
estos y de las tareas, asistencia a reuniones del claustro académico, entrega
de informes y hasta los desplazamientos al plantel dos veces al día porque
había turnos matutino y vespertino. Y nunca fue esa mi ocupación principal, sino
ocasional o accesoria, pero me dejó una inmensa experiencia.
Mis
respetos a los profesores que permanecen por años, lustros y décadas en esa
labor, con una disposición inmensa no obstante que, además, por el monto de sus
salarios, suelen autodefinirse como “pobresores”.
Una
invitación más tuvo lugar en 2013 para tomar parte en el diplomado Los desafíos
actuales del periodismo en México, organizado por la Universidad Nova Spania en
Morelia, Michoacán. Esta vez la propia institución fue la que canceló todo,
debido a la creciente inseguridad que había en la entidad.
El
tema de mi módulo, que ya ni tiempo hubo de preparar, iba a ser -adivinó usted-
El buen uso del idioma español, un desafío actual y de siempre para los
periodistas.
Casi
lo olvido: cuando por la conversión tecnológica se acabó en la agencia Notimex
el trabajo para los capturistas o teletipistas, se me pidió impartirles un
“curso básico de redacción” para que, en lugar de ser despedidos, optaran por
una plaza como redactores.
Inclusive
llegaron a acusarme con el sindicato de que les enseñaba temas propios de una
licenciatura, cuando mi programa consistía en recordarles lo que de ortografía
y sintaxis supuse que habían aprendido en la escuela primaria, y cómo aplicarlo
al trabajo en una mesa de redacción.
Recomienda
a quienes lean los materiales aquí reunidos casi todos en orden cronológico -y
presentados entre 1975 y 2020-, tomar en cuenta las fechas en que fueron
expuestos y los contextos correspondientes a esos tiempos. Porque muchos
cambios, sobre todo en lo tecnológico, han ocurrido después de cada caso, aun
cuando considera que siguen vigentes los aspectos conceptuales.
El
periodismo actual es en esencia el mismo de siempre, sólo que con otras
herramientas. José Antonio Aspiros Villagómez. San Juan del Río, Querétaro,
enero de 2021”.
Qué
orgullo ser su amigo. Y poder compartir su saber.
craveloygalindo@gmail.com
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