Si hay algo que en México se vive de
manera especial es la tradicional fiesta del Día de Muertos que celebramos el dos
de noviembre como parte de una herencia católica. En algunos países
latinoamericanos y ciudades fronterizas de Estados Unidos ya ha sido adoptada y
se trata de una más de las contribuciones que México ha hecho al Patrimonio
Cultural Intangible de la Humanidad.
Ya sea con una ofrenda o con el pedir de los niños por
sus “calaveritas”, lo cierto es que esta fecha no pasa de largo.
Celebrar a los muertos siempre será un detalle de
reconocimiento por lo que éstos fueron con nosotros, pero … ¿por qué no hacerlo
a satisfacción cuando ellos están vivos?
De repente nos percatamos que cuando
las personas ya no están pasan a ser totalmente virtuosas y surge en
nuestro pensamiento la idea de volver el tiempo atrás y conjugamos el verbo
haber en forma imposible con un presente que no es … ¡Si yo hubiera …!
Lastimosamente, hagamos lo que hagamos no podemos regresar
el tiempo y lo que hicimos o no por ellos, no estará en nuestra mano realizarlo
ahora.
En mayor o menor medida la tristeza nos invadirá y
siempre estará presente el recordar estas palabras … “en vida”.
Y es cierto, … ¿por qué pretender cambiar nuestras
actitudes o acciones cuando las personas ya no están a nuestro lado?
LAS PALABRAS AUSENTES.
Las palabras que no dijimos nunca serán los diálogos que
pretendamos tener con quienes no están y eso será algo que siempre estará.
¿Qué tiene que pasar para mostrar a las personas el valor
que tienen para nosotros?, ¿por qué no reconocerlos en su presencia en vez de
esperar a qué ellos sean esencia?
Desde luego qué siempre existirán ausencias más profundas
que otras y esto atenderá a la influencia que hayan tenido en nuestra vida. Es
cuestión de analizar como actuamos para conocer la importancia que han tenido
en nosotros.
¡SE VA, SE VA!
No sabemos nunca si la vida es larga o corta pero lo que
sí entendemos es que la convivencia con las personas que nos importan sólo
serán momentos … ¡preparémonos para disfrutar a plenitud cada uno de éstos!
Si en nosotros está el hacer momentos inolvidables …
¿para que preocuparnos por olvidar los instantes que no hicimos a nuestra
entera satisfacción?
Si actuamos de acuerdo con nuestros valores y principios y
con la convicción de qué es correcto, tanto nosotros como los que están a
nuestro lado compartiremos la satisfacción del esfuerzo realizado y no habrá
mayor motivo que reprochar.
¿PARA QUÉ EL PERDÓN?
Errar es humano, pero vivir en el error es inhumano. Y no
sólo eso, termina afectando a quienes nos importan y a la larga, pueden
resultar daños irreparables.
Ante ello, ¿por qué no cambiar nuestra forma de ser para
vivir de manera plena y a satisfacción? Olvidarnos de ofrecer disculpas o
buscar perdones y concentrarnos en reconocer el valor de lo que importa y hacerlo
por quienes lo valen.
Desde luego que podremos equivocarnos y tendremos la
oportunidad de repararlo con la tranquilidad de hacerlo a sabiendas que no es nuestra
pretensión lastimar a alguien que nos importa y menos aún, a nosotros.
DEL ORGULLO.
No hay mérito en dañar a quien es importante; ya sea que
lo hagamos con o sin razón, subsanémoslo para que no crezca la herida … y si el
orgullo lo impide, seamos humildes y transformemos la situación.
El orgullo debe ser utilizado para cambiar situaciones
adversas, para levantarnos en caso de caernos; pero nunca para mostrarnos como
lo que no somos ante quienes amamos.
La vida nos muestra a cada paso que es incierta y nunca
sabremos lo que sucederá al siguiente instante, pero si sabemos que lo único
que depende de nosotros es el presente y por cada acción que hagamos, seremos
responsables de las consecuencias.
EL PASADO QUE MOTIVA.
Conforme crecemos acumulamos millones de vivencias que nos
transforman en las personas que buscamos ser y está en nosotros lograr que en
su mayoría sean momentos positivos; los cuales, nos brinden plenitud para
nosotros y proyectarla para quienes amamos.
Las metas alcanzadas son los cimientos que se anclan en el
pasado para proyectarnos al futuro que deseamos.
A cada paso tenemos la oportunidad de mostrar nuestro
respeto, admiración y afecto por las personas que contribuyen en nuestra vida;
reconocerlos con nuestras acciones y palabras son la mejor forma de evitar en
el futuro reprocharnos por lo que no hicimos.
AUSENCIA Y PRESENCIA
Cuando las personas se van ya no hay mayor contacto con
ellos; pero en la manera que hayamos compartido y disfrutado su presencia, será
la forma como ellos estarán en nosotros.
Lo paradójico de su ausencia es que su esencia está en nuestra
mente y corazón; de repente sus enseñanzas pasan a ser un complemento de
nuestras acciones y sus recuerdos un motivo más para andar nuestro camino.
¡Las personas sólo se van cuando nos olvidamos de ellas!
Y … ¿EL DÍA DE VIVOS?
No esperemos ver partir a la gente para cambiar nuestra
forma de ser con ellos; hagámoslo en su presencia.
Cambiemos nuestra mentalidad y reconozcamos a las
personas en vida sin esperar el ya no tenerlas a nuestro lado.
Siempre existirán diferencias con la gente que amamos y
tenemos la posibilidad de alcanzar coincidencias en conjunto. Si nos ocupamos
de lo que debemos, no tendremos que preocuparnos de nuestros errores.
Añorar el pasado que no hicimos no es amar a la distancia
a quienes debimos reconocer.
No hay presente para quien se refugia en el arrepentimiento
de lo que le hizo a alguien. Si lo que te aflige puedes cambiarlo … ¡hazlo! … y
si por alguna razón no puedes … ¡honra su memoria con el aprendizaje que te
dejo el compartir con ese ser especial!
¡Celebremos la Vida en Vida de la gente que nos da Vida!
… ¡Esto es mucha Vida!
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