Domingo 9 de noviembre de 2025
Letras de Arenas
Pepe Arenas, presenta:
“Las Peripecias, por P. Périz Copio”
LUTO
— No lo encontré. Ya lo busqué en todos lados, vamos, hasta en el desván,
en el viejo ropero y en el baúl verde, ese en el que guardas tus disfraces de
la Primaria, y no lo encontré, pero estoy segura de que mi abuelito tenía uno,
es más, en el álbum de fotos antiguas está ahí, retratado con él, mira, bajé el
álbum para mostrártelo.
— Pues no tengo idea de qué pasó con él, hija. Como tú, estoy segura de que
alguna vez lo vi, pero no puedo afirmar dónde, ni cuando, pero también lo vi. Le
preguntaremos a tu papá cuando venga a comer. ¿No está llegando? Me pareció
escuchar el portón de la cochera.
— Sí, es él, ya llegó mamá. Seguro se acuerda dónde está. Viene con mi tío
Pepe Périz.
— Hola hija, hola mi amor, ¿qué pasa?
— Que tu hija está segura de que, en algún lugar, en esta casa, está el
sombrero de Sahuayo de tu papá.
— Sí, aquí estaba, en el ropero del desván. Se lo llevé a mi papá ayer. Me
lo pidió tu abuelito porque lo necesitaba, según me dijo. ¿Por qué lo quieres hija?
— Bueno papá, porque el profesor de violín nos dijo que vamos a hacer un
acto solemne para honrar la memoria del señor Carlos Manzo, el presidente
municipal de Uruapan al que mataron, como sabes. Y su movimiento se llama así,
el movimiento del sombrero.
Me invitó mi primo Felipe, músico de profesión, a comer a su casa. Luego de
los saludos, nos sentamos a beber un aperitivo, antes de la comida. Tenemos un
proyecto para crear una orquesta juvenil, y me invitó a su casa para hablar del
tema. Me dio un gran gusto ver a mi sobrina Florencia, estudiante de música,
pues ella será parte de esa orquesta, según me dijo mi pariente. Desde luego
también me complació ver a su mamá, mi prima política Marcela.
— Ah, pues precisamente por eso me pidió mi papá el sombrero que compró
hace no sé cuántos años en Michoacán, van a hacer una ceremonia o algo así, y
quieren llevar todos sus compañeros jubilados un sombrero, en memoria del mismo
alcalde al que mataron en Uruapan.
— Qué dolor, pobre de la esposa, de la familia, dudo que haya algo que
duela más, que cause más pena.
— No hija, estoy segura de que hay algo aún más doloroso que perder a un
marido, o a un padre, como sus hijitos. Te aseguro que duele mucho más no saber
dónde está un hijo desaparecido. Eso sí debe ser para enloquecer. Y se habla de
miles, miles de personas cuyo destino se ignora. Dios nos libre de pasar una
situación así, como tantas madres y padres.
En silencio, asentimos.
josearenasmerino@gmail.com

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