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H, Matamoros, Tamaulipas:


MIGRANTES

 Lunes 7 de julio de 2025


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

MIGRANTES

Ayer fue uno de esos días que van a permanecer en mi memoria, aunque no sé por cuánto tiempo, porque ya me falla a veces. Fue memorable porque nos reunimos unos Périz y otros Copio, lo cual no es tan frecuente, al menos no tanto como me gustaría.

Le llevé a mi tío Arnulfo Copio Soberanes –profesor toda su vida laboral, ya jubilado– un libro que sabía le gustaría, porque lo escribió mi tío Roberto Copio –ya trascendido– y en el refiere varios pasajes de la vida de su abuelo, es decir, mi tataratata abuelo Abelardo Copio, llegado de Portugal hace un titipuchal de años.

Mi tía Adolfina, como es su costumbre, me atendió con esmero y un cariño recíproco, y me invitó una copa de vino blanco, precisamente portugués, y unas empanaditas de queso Gouda.

A mi tío casi le brotan las lágrimas, aun antes de siquiera hojear el libro, por el gesto, me dijo, de recordar a sus ancestros, bueno, nuestros ancestros. Me refirió que tenía pocos recuerdos del abuelo Abelardo y la abuela Aminta, y cuando estaba por preguntarle de qué se acordaba, sonó el timbre y acudí a abrir, antes que mi tía, para ahorrarle el esfuerzo.

— Ha de ser mi hijo Francisco, me dijo que vendría a ver cómo estamos, como cada semana.

No, no era Francisco, o Paco, como le decimos de cariño, se trataba de Arnoldo Périz, mi primo, que llegó con su esposa Mariana y mis sobrinas, las gemelas Lucía y Alma, sus hijas.

— ¡Qué gusto familia!, y qué suerte de coincidir— les dije mientras franqueaba el paso.

Que pasaban por el rumbo y decidieron llegar hasta la casa de los Copio a quienes no veían hace mucho tiempo, me dijo. Entraron y luego de los saludos con besos y abrazos incluidos, mi tía, apoyada por Mariana, sirvieron unas frutas secas para compartir, refrescos para las gemelas y otra botella de vino para los adultos.

Les referí que estaba ahí porque le traje ese libro al tío Arnulfo, y hablábamos de la llegada del primer Copio venido de Portugal, hacía ya tres generaciones.

— ¿Y por qué vino tu abuelo, tío?— preguntó una de las gemelas, no sé cuál de ellas, porque son tan parecidas, que no puedo nunca distinguir quién es quién.

— Bueno, no me creas del todo, porque ignoro la verdadera razón de su traslado a este lado del mundo, pero supongo que las condiciones en que entonces estaba Portugal, no eran las mejores, y como siempre sucede en esas circunstancias, la gente busca otros horizontes. Lo que te puedo decir, querida sobrina, que vino a trabajar, a trabajar muy duro y como buen comerciante, en un par de años se hizo de un primer almacén de comestibles y luego otro y otros más, como muchas personas que van a otros países, a darle con ganas de salir adelante.

— Como muchos mexicanos, ¿no?, que se van a Estados Unidos a emplearse en esas labores que no hacen los gringos— apuntó la otra gemela.

— Precisamente, hija, así como bien lo dices. Te aseguro que muy pocas familias mexicanas no tienen parientes allá que se fueron hace mucho o poco tiempo, a buscar oportunidades que no siempre se dan aquí— le respondió mi tío.

— Pero ya ves, tío, cómo los están retachando, quiero decir, regresando, que porque son invasores o algo así.

— Bien dices, tal parece que ese presidente que tienen, ahora por segunda vez, los considera enemigos de su país; pero ya verás que no pasará mucho tiempo antes de que se arrepientan él y su gobierno de esa tropelía.

— ¿Qué significa tropelía?

— Es lo mismo que abuso, que atropello, y eso es lo que está haciendo Trump con los inmigrantes, no sólo de México, sino de los nacionales que llegan de casi todo el mundo, olvidando que así llegaron sus abuelos, de Alemania, pero no sólo ellos eran extranjeros, también su madre, que nació en Escocia. La migración es natural no sólo a las personas, también migran muchas especies animales.

— Pues nosotras vamos a emigrar también ¿verdad Alma?, ya lo hemos pensado, pero no a Estados Unidos, al menos no mientras ese señor sea presidente— respondió la que, ahora lo sabía era Lucía.

El resto de la tarde hablamos del tema, aunque no abordamos el caso de los Périz. Será luego, pensé, mientras me servía otra copa de vino y otra empanada de Gouda.

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 


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