Letras de Arenas
Pepe Arenas, presenta:
“Las Peripecias, por P. Périz
Copio”
MUJERES
Bien a bien no sé de quién fue la
idea, pero la cuestión es que hoy, 8 de marzo, se reunieron en casa de mi prima
Maricela López Copio, su hermana Yadira y varias parientes más, que para
celebrar el Día Mundial de la Mujer.
— No, no es una celebración, es una
conmemoración: estamos evocando la memoria de las primeras mujeres que allá en
Nueva York, fueron sacrificadas por sus patrones cuando decidieron no continuar
con las extenuantes jornadas de trabajo a las que las obligaban ahí, en los
talleres textiles, dobladas en la máquina de coser hasta 12 y 14 horas sin
tregua, vamos, si acaso media hora para comer algo y unos minutos para acudir
al baño. Las encerraron por negarse a dar una pisada más a la máquina y se
produjo un incendio, no sabemos si deliberadamente, pero murieron ahí,
quemadas, varias decenas de ellas. Insisto, no estamos celebrando nada, pues
debería ser un día de luto, no de fiesta.
— ¡Ay tía! Tú siempre tan
puntillosa. Tienes mucha razón, no deberíamos olvidar el origen de esta
conmemoración, como bien dices; pero si ahora lo celebramos, es porque al paso
de tantas décadas, al fin las cosas van cambiando a nuestro favor— me cuentan
que le respondió Yadira a la tía Ángela Copio, viuda de Serafín Marino, mi
abuela.
Eso me lo contó más tarde mi prima
Susana Copio, la hija de mis tíos Justino y Esperanza, que también estaba ahí,
para la suerte de las presentes, porque tiene la bien ganada fama de hacer las
mejores roscas de coco y naranja. Siempre llega con una al menos, así que ahora
llevó varias.
Estaban también Lupita Santoyo,
esposa de mi tío Heriberto, el único policía que ha habido hasta ahora en mi
familia. Él ya se retiró, luego de más de 30 años de servicio en distintas
corporaciones, pero por la deformación profesional, luego de tanto tiempo en
esa actividad, ahora es asesor de seguridad en la Comisión Nacional Bancaria y
de Seguros, es decir, que sigue en la actividad.
Presentes también dos maestras:
Liliana Copio, hija del tío Heriberto, madre soltera, activista pro aborto,
autodeclarada de Izquierda; y Marcela Sentíes, esposa de mi primo Felipe Copio,
músico. Ella es lo opuesto de Liliana, es católica y está en contra del aborto.
— Yadira, no concuerdo con tu
dicho, pues si bien coincido con que las cosas se han ido transformando, aún no
es tiempo de celebrar, pienso, ya que si bien hoy nosotras tenemos más
participación en la vida económica, hay dos cosas que tenemos que corregir y
para ello debemos luchar: nos pagan menos que a los varones por hacer el mismo
trabajo que ellos; y seguimos con la carga que implica la administración de la
casa y pesa sobre nosotras casi la totalidad de la educación, es decir, de la
formación de los hijos. Poco qué celebrar, opino— dijo Liliana.
Como para impedir que la
conversación derivara en una discusión, Maricela propuso que cortaran las ricas
roscas de la tía Esperanza y sirvió el champurrado; sin embargo, la tía Lupita,
que escucha con mi tío Heriberto los noticiarios, más por hacerle compañía que
por interés en las noticias, recordó que, no obstante las cifras alegres del
gobierno, reconocen que no son menos de diez las mujeres que mueren día con
día, a manos de los hombres, sean sus maridos o sólo parejas, y eso no ha
cambiado hace mucho tiempo.
— Pues en mi escuela, como debería
ser en todas, a las niñas, en particular, les enseñamos a defenderse. Sí, no
pongas esa cara juat Yadira: hace más de dos años que a las niñas desde
Primaria y hasta que terminan la Secundaria, se les adiestra en defensa
personal, precisamente para que no sean objeto de violencia, así sea sólo
buling, hasta lo que quieras imaginar— declaró Liliana.
Cómo me hubiese gustado esta ahí,
no sólo porque habría aplaudido esa iniciativa, sino porque me habría comido
dos porciones de rosca, una de coco y otra de naranja.
josearenasmerino@gmail.com
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