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H, Matamoros, Tamaulipas:


ZACATECAS

 Sábado 9 de septiembre de 2023


 

Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

ZACATECAS

Sábado familiar en casa de mi querido tío abuelo Rodolfo Périz, jubilado de la Secretaría de Educación Pública. No fue necesario que me insistiera su esposa, mi tía Gudelia, para aceptar la invitación a comer. Me pidió que no llevara esta vez la botella de mezcal Oxhoa, porque, me dijo, a mi tío le encanta y no se conforma con uno o dos tragos, y más de eso le hace daño; en cambio, si quieres, me dijo, trae un par o más de kilos de tortillas de las hechas a mano del mercado. Accedí y además, le llevé un ramo de gladiolas, sus favoritas.

Puntual, llegué a las 2 de la tarde y ya estaban ahí sus hijos, mis primos Matías, ginecólogo y, para mi sorpresa, Ramiro, arquitecto, que llegó a pasar unos días con sus papás. Él vive en Guadalajara, donde casó con Lulú, luego de enviudar.

Más tarde se aparecieron mi querida prima Amalia Périz Caballero, también maestra de educación primaria, pero en activo aún, y Fátima, su hija. Una adolescente muy destacada por su aprovechamiento escolar.

El tema, casi obligado, fue el del así llamado “Bastón de Mando”. Mi primo Matías dijo que le parecía un truco político y que no tenía más símbolo que el de llamar la atención para reforzar el poder; sin embargo, mi tío Rodolfo lo atajó y le dijo:

⸺ No, hijo, te equivocas, no es un truco político, es un símbolo sí, de poder, pero el que le asignan los representantes de los llamados Pueblos Originarios a que se refiere el artículo cuarto de la Constitución General y quien lo recibe no puede disponer de él para transferirlo a nadie, es más…

En este punto escuchamos a lo lejos una melodía que me transportó al pasado: la Marcha de Zacatecas. Estaba por preguntar de dónde provenía, y mi sobrina Fátima respondió antes de preguntar.

⸺ Es que están ensayando para el desfile del 16 los alumnos de la secundaria que está aquí cerca, atrás de la casa, tío.

Evoqué entonces, como me ocurre siempre que la oigo, el acto de Honores a la Bandera en mi escuela primaria, la Emiliano Zapata, allá en el entonces Distrito Federal. Luego de cantar el Himno Nacional, se escuchaba en los altavoces a la directora decir “media vuelta, ¡marchen!” y en fila, ordenadamente, con la Marcha de Zacatecas, nos encaminábamos hacia los salones de clases, y así se los platiqué. Entonces Amalia dijo:

⸺ Pues en mi escuela era igual, primo, me acuerdo como tú; sin embargo, lo digo con mucha pena, en muchas escuelas eso ya no ocurre, no se hacen honores y mucho menos se marcha. Qué bueno que en esta secundaria, aquí a la vuelta, aún se conserva esa costumbre.

Mi tío dijo que le daban muchas ganas de volver a la tarea de formar a los chamacos –así lo dijo– y en particular ahora que el gobierno pretende modificar la tarea educativa con una quesque “Nueva Escuela Mexicana” y se refirió desde luego al tema de los libros de texto:

⸺ Entiendo muy bien que en la materia de la historia se hable de la batalla que libraron los Niños Héroes, por ejemplo, pues es un hecho relevante: nada menos que la invasión del ejército norteamericano; pero que me expliquen cuál es la trascendencia de la desgracia, más allá de ser eso, una desgracia, que se haya caído una escuela por un temblor. No lo acepto⸺ sentenció.

Mi tía llamó a la mesa a los comensales y cambiamos de tema para hablar de la cocina jalisciense, guiados por Lulú, que nació en Zapotitlán.

Las jericallas que llevó Ramiro estaban de rechupete.

josearenasmerino@gmail.com


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