Viernes 25 de noviembre de 2022
Mujer
Mujer,
yo soy un hombre. Me dio la vida una mujer, a ella, otra le dio la vida, su
madre. El hombre que aportó lo que la naturaleza diseñó para que yo naciera, se
alejó y dejó la carga de mi formación a esa mujer a la que encantó con sus
encantos, pero se fue.
Esa mujer
me crio, me formó y me educó con el apoyo, la ayuda y la asistencia de otra: mi
abuela. Ellas hicieron de mí lo que soy: un hombre, uno que reconoce en ti,
como reconozco en ellas, a un ser superior, una creación divina, una obra
maestra.
Mujer,
no te conozco, o sí, eso no importa. Me dirijo a ti para decirte que yo soy un
hombre, uno que cada día piensa en cuánto debo a esa mujer, a la que me forjó y
me enseñó con su ejemplo de lo que una mujer es capaz de hacer por sus hijos,
por alimentarlos, vestirlos, procurarlos, aún a costa de su propia hambre y
desnudez.
Mujer,
por eso y por mucho más, hoy te digo sin importar si te conozco o no, que puedes
contar conmigo para defenderte si de algún modo te agrede un individuo –que no
hombre–, un animal que olvidó que una mujer le dio la vida.
Hombre,
a ti te digo, si de verdad lo eres, que si una mujer, no importa cuál, clama
por tu ayuda para que la defiendas de un macho agresor, no dudes un instante en
hacerlo, pues esa mujer, como tu madre, puede dar vida a otro ser, o ya lo hizo,
y por ese solo hecho has de dar por ella la tuya, si fuese menester.
José Arenas
Merino
25
de noviembre, 2020
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