Martes 13 de julio de 2021
EL
FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
LA ORACIÓN
E |
n una época en la que todo es urgente y nos
refugiamos en lo superfluo que posee lo material, la oración no sólo nutre nuestra amistad con Dios, también
enriquece los silencios más internos al alivianar la pesada carga de nuestras
angustias, problemas y preocupaciones por la situación en que vivimos.
La base de la oración es cuando Jesús nos dice: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque
todo aquel que pide recibe; el que busca haya y el que llama se le abrirá”.
La
oración le da a tu vida su justa dimensión, aquieta
tus temores, te ilumina, despierta tus potencialidades dormidas, te da una
comprensión de los problemas y armoniza tu mente, cuerpo y espíritu con el
universo, alineándolos para que seas recipiendario de las bendiciones que Dios
tiene preparadas especialmente para ti.
Una plegaria es alimento puro para tu alma y
tiene el poder por una parte de eliminar tus apegos, resentimientos,
frustraciones, odios o aversiones y por otra te equilibra y enriquece tu
metabolismo, que te conduce a la atracción de actitudes positivas, a la calma,
al desarrollo emocional, a la iluminación, a la autosanación, a que tomes
conciencia de que estas hecho a imagen y semejanza del Señor y por lo tanto
formas parte del milagro de la vida.
La
oración es un viaje íntimo que tiene la magia de darle
significado a tu vida y también de curar y transformar, de ayudarte a descubrir
tu camino, y con él tus respuestas, de guiarte para encontrar tu paz interior,
de saciar tu sed de amor y vaciar tu alma de resentimientos, para que sólo
aniden los pensamientos sabios que la vida tiene para ti. Me encanta la
paráfrasis que Wanda Hernández hace con el:
PADRE NUESTRO DEL BUEN HUMOR
“Padre nuestro que estás en nuestras vidas.
santificada sea tu risa,
venga a nosotros tu gozo,
hágase tu buen humor
así en la alegría, como en el dolor,
la sonrisa nuestra de cada día
ayúdanos a ofrecerla hoy,
y perdónanos nuestros malos humores,
así como cuando contagiamos con ellos a los
demás,
no nos dejes caer en la tentación,
más líbranos de la apatía,
porque tuya es la gracia y el poder de la
alegría
por todos los siglos.”
Amén.
Pero el mexicano que para todo aplica su genial sentido del humor, dice
la siguiente:
ORACIÓN
AL LICOR:
“Trago divino,
trago adorado,
cuida mi
intestino, el grueso y el delgado,
protege mi
páncreas, beba lo que beba,
y que no sea esta
noche mi última peda.
Mi hígado
encomiendo a tu santo paño,
y que lo que estoy
bebiendo, lo orine sin daño,
quítame la cruda,
diarrea y jaqueca,
no me des agruras
ni boca reseca,
ayúdame a encontrar
mi ruta y mi camino,
porque luego no
recuerdo ni donde chingados me orino.
Dulce licor, dulce
tormento, que haces afuera… ¡VENTE PA’
DENTRO!”
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