Domingo 3 de enero de 2021
3 de
enero de 2021
EN LAS
NUBES
De mis
bendiciones 8
Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
Tengamos
paciencia. Ya terminó el año par. Y como dice María Luisa Izquierdo, “Tatis”, a
todos en la felicitación al Werito, sobre 2021:
“Año de nones. Año de dones”
Benditos sean aquellos que con una sonrisa
amable
se
detienen a hablar conmigo por unos momentos.
Cómo
poder olvidar a viejos compañeros del Club Primera Plana. Por ejemplo, a Daniel
Cadena Zepeda, por sus incursiones de gran éxito en la poesía. Tiene varios
libros. De ellos, saqué éste:
“Ya
le pagué a la vida un día
con
toda mi alegría
Por un
breve minuto de fervor
y de luz me
ha dado en el dolor
pesada
cruz
Por
beber en su límpido venero
y
no saciar la sed,
de
sed me muero,
y
se escapó un lucero
de
mi harapienta red
Retuvo mi
mañana un trino cristalino
y en vano
angustia y llanto aplazo
para
encontrar su trazo
jovial en
mi camino
Por
un instante ardiente
de
ansiado plenilunio
le
pagué, largamente
con
todo mi infortunio…
En
diciembre de 1971 se imprimió este libro intitulado “poemas”. Y tuvo muchos
otros.
Fue
amigo, buen amigo, y uno de los presidentes del Club Primera Plana.
Recuerdo
un viaje que junto con otros periodistas –Julio Pomar, Ariel Ramos entre otros-
hicimos Daniel y yo a la República de Chile. Cubriríamos las actividades de
doña Eva Sámano, esposa del presidente Adolfo López Mateos en la entrega de
ayuda a este pueblo devastado por un terremoto.
Fue
Gustavo Ortiz Hernán, también miembro del Club Primera Plana y entonces
embajador mexicano en Chile, quien obtuvo el auxilio de los mexicanos y doña
Eva, que la entregó en un periplo por Chile desde Antofagasta hasta Puerto
Mont, pasando por Santiago, Viña del Mar, Lota, Concepción.
Platico
esto porque durante los casi treinta días que duró el viaje Daniel fue amable.
Al grado de que sabiéndolo poeta, le solicité algunos para enviarlos a México,
a la madre de mis hijos, Bety.
Aún los conserva. Pero supo que eran los
versos de Dany inspiración mía.
Otro,
Alfonso Argudín, también ex presidente del Club. Subdirector de El Universal
–Cadena Zeta-, fue jefe de redacción de Novedades y luego director de El
Heraldo, pero antes pasó por el Diario de México-.
Escribió
“Pomona”, que él llamó un libro de amor que ya jubilado en 1978 lo publicó la
editorial del Club Primera Plana, impregnado en su propósito de divulgar los
trabajos de los periodistas mexicanos y enriqueciendo el acervo cultural de
nuestro país.
Al
azar encontré “ansiedad”. Dice así:
Fulgurando
media noche
parecía
más lejano
Invocando amanecer
y
enloquecía Ella de amores
esperando al bien amado
en vibrante estremecer
Confundiéndose
esperanzas
y juveniles anhelos,
eran incendio de amor
y en su
crueldad alargaban
el peor de los tormentos,
la espera del corazón…
Desnúdate
ya media noche
que al irte desabrochando
te vuelves amanecer…
No hagas
llorar de amores,
deja que en férvido halago
se besen Ella y Él.
Muchos
hubo, y también hay, que brindaron su inteligencia a nuestro Club. De ellos
abrevamos no pocos. Con tino, efectividad sin vanidad, ofrecían su cultura.
Ya
hemos hablado de la creación del Club Primera Plana. De su nacimiento. Veamos
su desarrollo:
En
1990, cuando José Carlos Robles Montaño era su presidente y acababa de pasar el
Primer Seminario de Periodismo organizado precisamente por el Club Primera
Plana, La Universidad Nacional Autónoma de México, cuyo rector era el doctor
José Sarukhan, publicó su memoria.
Allí,
en la presentación del volumen, afirmó:
“Finalizaba
el año de 1958 cuando cristalizó una idea que se consideraba útil y oportuna:
reunir a un grupo de jefes de redacción de los diarios de la capital para
dialogar sobre asuntos y problemas que en un puesto tan delicado tienen los
periodistas que desempeñan ese cargo.
El
primer gran paso lo dieron Miguel Tomassini Salcedo, de “El Universal” y Daniel
Cadena Zepeda, de Novedades, con la intermediación de Juan de Dios Pérez Galaz,
entonces reportero de Novedades.
A
ellos, pronto se les sumaron Víctor Manuel Velarde, de Excélsior; Rogelio
Rivera Saucedo, de La Prensa y Ricardo Pinelo del Río, de El Nacional.
El
nombre del Club Primera Plana, su importancia, salió a todo el mundo. Así,
conforme a los Estatutos, a invitación de diversos países firmamos intercambio
cultural. Grupo de periodistas venían, invitados por nosotros, a México.
Presentaban un programa previo para visitar que se les cumplía, en rigor,
durante su permanencia. Era un lapso no mayor a 21 días, ni menor a 15.
De
igual manera reporteros, periodistas, escritores, del Club Primera Plana,
visitamos, como invitados, muchos países.
Se
firmaron convenios culturales, que entre otras obligaciones invitaba a los
invitados a platicar sobre su profesión. Así se enteraron de nuestros avances,
o nosotros de los de ellos.
En 1980,
se suscribió el primer convenio con la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas
Socialistas (hoy Rusia) (Debo aclarar que el costo del transporte del país de
origen al del invitado lo pagaba el club de periodistas respectivo. Los gastos
en el país los cubría, hotel,
comida,
traslados, etcétera, el anfitrión.
Seguimos
con China, hoy aún vigente. Más adelante, con Rumania; Bulgaria; España.
Alemania, Venezuela, Argentina, Uruguay, Japón, Guatemala, Panamá, Canadá y
quedaron pendientes Francia, Italia, Holanda, y muchos otros.
El
cambio de gobiernos, de ellos y de nosotros, entorpeció nuestra relación.
Comenzaron las muertes violentas de comunicadores. Se elevó la protesta. Y
quedaron latentes, sin concluir dichos acuerdos de cultura.
Hoy
aún prevalece la idea de abrirlos y continuar como acontece con la República de
China, que cada año viaja un grupo de asiáticos a México y viceversa a China de
mexicanos.
Fueron
esos cinco compañeros los que le dieron vida al Club Primera Plana, que de ser
una asociación de amigos, a través de los años se convirtió en lo que es hoy:
no sólo la organización de profesionales del periodismo más respetable,
respetada y reconocida a nivel nacional, sino que su importancia e influencia
ha trascendido nuestras fronteras.
Sin
embargo, nuevas metas se ha fijado el Club como las de impulsar el desarrollo
profesional del ejercicio periodístico, fomentar las actividades que conduzcan
a una mejor preparación de los periodistas, fortalecer el prestigio de la
profesión y apoyar moral, técnica y académicamente a instituciones de enseñanza
donde se impartan conocimientos sobre ciencias de la comunicación.
Este
seminario concluyó el 30 de noviembre de 1989, luego de dieciocho días, y
noventa horas de diálogo con la participación de los más distinguidos profesionales
de la comunicación, periodistas que siempre han buscado la verdad sin ocultar
su verdadera identidad. Casi casi como hoy se hace.
No
debemos olvidar lo que José Carlos también aseguró en aquella ocasión: “Podemos
decir, después de escuchar los comentarios de los ponentes, que en México
existe libertad de expresión, libertad de prensa. Una libertad que, como dijera
Washington, es una planta que al echar raíces es de un rápido crecimiento. A
los mexicanos se nos ha hecho hábito, costumbre, vivir en ella.
Una
libertad igual en todos los hombres, que sólo tiene en cada uno por límite, la
de los demás”.
Dijo
también:
“Apuntemos
que si bien el gobierno no oculta su apetito de ampliar y fortalecer sus medios
de comunicación –transparentes algunos, maquillados y vergonzantes otros— en
cuanto a respeto a la libertad de prensa, radio y televisión no tenemos un
estado que totalice, reprima o cancele esa libertad.” O eso creíamos, agrego
yo.
Fue
más claro al advertir José Carlos:
“Se
puede afirmar también que en nuestra prensa independiente no se da el
libertinaje que solo lleva a dañar, a desordenar y a anarquizar la sociedad.”
Evocó
que “el espíritu de la verdad, lo mismo que el de la libertad, son los dos
pilares fundamentales en la vida humana.”
Son
palabras, también digo, en las que los periodistas siempre debiéramos
reflexionar, preguntarnos si la libertad que ejercemos le sirve a la sociedad a
quien nos debemos. Si nuestras informaciones y comentarios son apegados a la
verdad; si no son deformantes o alienantes, manipulados o comprometidos.
Ese
era el Club entonces. Hoy, debo decirlo, ha tenido cambios. De los muertos, ni
hablar. De los vivos, menos.
Ah, por
cierto, luego daré a conocer quiénes estuvimos en ese seminario periodístico.
El primero, no el único. En el 9
craveloygalindo@gmail.com
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