Por Alejandro Ruíz Robles
¡Deja que la Vida te sorprenda1
… Y vaya que esta
expresión se realizó y sacudió al mundo en este 2020. Todos estábamos tan
acostumbrados a nuestra rutina que llegó el COVID-19 de una manera tan
intempestiva que nos movió totalmente el piso y transformo nuestros hábitos.
Cuando vivíamos perfectamente nuestra rutina diaria:
trabajo, distracciones, entretenimiento y consumos fuera de casa, aderezados
con reuniones sociales y eventos públicos, entre un sin número de actividades
específicas, llega la pandemia. Con ella, la necesidad de tomar una decisión
para la cual no estamos preparados: el aislamiento.
Bajo la premisa de cuidar nuestras vidas y la de quienes
amamos, asumimos todas las medidas de precaución para evitar al máximo el
contacto con personas distintas a nuestro entorno cercano. De tal manera que la
mayoría decidimos quedarnos con nuestro núcleo familiar en el sitio más seguro
con el que contamos: nuestra casa.
A más de noventa días de haber tomado esa decisión
y asumir el cambio abrupto de circunstancias; en retrospección, vemos que lo
que dábamos por hecho en el pasado, no era del todo verdad. Las personas que
creíamos que éramos y conocíamos … ¡de repente nos hemos mostrado distinto!
Como resultado de ello, hemos modificado nuestra
percepción y en mayor o menor medida nuestro comportamiento. Sin embargo y a
pesar de todas las circunstancias, la mayor variante se encuentra en …
¡nosotros!
De repente, nos hemos percatado que no es lo mismo
compartir con personas con las que vivimos por segundos, minutos u horas, que
hacerlo durante un día, una semana, un mes, etcétera. De repente este
“etcétera” se vuelve una interrogante de difícil precisión por no saber la
respuesta exacta al tiempo que resta de aislamiento.
Las risas que buscábamos en los momentos que antes
teníamos para compartir en casa o con nuestros seres próximos, ahora se han
transformado en otras manifestaciones o expresiones que no esperamos e incluso,
nunca imaginamos.
¿Viviendo con …?
Durante este tiempo hemos presenciado momentos de
alegría, angustia, irritación, indiferencia u enojo a los que nunca habíamos
estado expuestos y es probable que, al concluir la pandemia, nunca volvamos a
estar.
¿Cuántos de nosotros no hemos deseado volver a la
rutina que a estar en casa en estas condiciones?, ¿Cuánta angustia hemos tenido
al saber que nuestro trabajo o fuente de riqueza puede desaparecer?, ¿Quién no
ha mostrado en casa una fortaleza simulada en momentos de debilidad?, ¿Quién no
se inquieta de pensar en los muertos que ha traído esta pandemia?, ¿Quién no ha
presentado dudas respecto de algún síntoma de salud que haya manifestado?,
¿Quién puede decir que no ha cambiado su forma de ser en casa?
Es increíble que esta pausa en nuestra vida, nos
haya dado oportunidad de conocer a profundidad a quienes viven con nosotros,
sin mayores pretensiones que sólo convivir y tratar de pasarla lo mejor
posible.
Es un hecho que si hubiéramos llenado un registro
a detalle de cualidades y defectos de los que viven en nuestra casa al
principio del encierro, en estos momentos se viera todo tachoneado y corregido
por la percepción que ahora tenemos. … Y es curioso, pero en más de una
ocasión pensamos que nos acompañan desconocidos … sin considerar que nuestra
familia se integra de seres humanos que se están integrando en circunstancias
distintas.
“El terror a la tecnología”
Asimismo, nos hemos visto en la necesidad de estar
conectados de diversas formas con el mundo a través de las tecnologías de la
comunicación; de tal manera que ha cambiado nuestra presencia por nuestra voz,
imagen o expresiones escritas o gráficas. Lo que era el inicio del diálogo con
un cálido apretón de manos acompañado de un beso o una sonrisa, ha cambiado por
un texto o un dibujo.
Dadas las condiciones, estamos tan inmersos en la
tecnología que es más fácil encontrar pantallas iluminadas que personas a
nuestro alrededor. Es decir, la tecnología ha probado ser una forma
eficaz y eficiente como medio de comunicación entre personas, no un reemplazo
de ellas.
“Y de
repente … ¡YO!”
En este contexto de compartir sólo en casa de
manera presencial y estar con el mundo en forma virtual, también hay lugar para
la persona más importante … ¡cada uno de nosotros! Los momentos que tenemos
para conocernos, probarnos y ver nuestro actuar en condiciones únicas nos pueden
llevar a una real introspección y de ahí, la oportunidad de un crecimiento
interior. Quizás nunca repitamos estas condiciones pero lo que si sabemos es
que hoy valoramos vivir y estar con quienes nos importan. Si no fuera por
esta trágica pandemia no tendríamos una etapa mágica de convivencia.
“Tan lejos, tan cerca”
De tal manera que estas circunstancias
extraordinarias nos dan la opción de elegir la persona que queremos ser:
aquella irascible que intenta imponer su forma de vida a los demás o aquella que
desea compartir y conocer a quienes le importan. Egoísmo o Humildad.
Indiferencia o Compromiso.
Nunca habíamos estado tan lejos o tan cerca de
tener a quienes nos importan en una situación para nosotros; la realidad es que
quizás sea la lección de vida más difícil que hayamos tenido que vivir y
compartir.
El respeto entre nosotros nos dará el justo lugar
que merecemos y es muy probable que a partir de esto, realmente sepamos como y
con quien contar. Hay acciones o palabras presenciales o virtuales de personas que hemos visto
o recibido y han sido determinantes para saber el rol que tendrán en nuestro
camino.
Nunca como ahora hemos sentido la calidez de un
“algo” distinto a los contactos físicos a que estábamos acostumbrados. Hoy
una mirada, palabra, detalle o imagen nos han dado más incentivos para continuar
con nuestra vida a pesar de las dificultades.
“El fabuloso mundo de la familia”
Y resulta ser la casa un espacio cerrado donde nos
podemos dar cuenta que todo en esta vida esta ahí: para muchos, una prisión con
todo y sus captores; para otros, motivos para vivir y compartir con quienes se
aman. La opción siempre estará en ti, pero lo que es un hecho es que de la
oscuridad que trajo la pandemia podemos encontrar la luz por la cual vivimos. ¡No
hay mayor fuerza para el ser humano que la que deriva de su familia!
Quién haya leído hasta aquí, estará preguntándose porque
no hay un tema económico o de emprendimiento aun en este texto, la sorpresa es
que … emprendedores, trabajadores, amas de casa, empresarios, etcétera … todos
somos personas … Y como principio de congruencia, … ¡la persona que quiera
llegar a ser alguien en la vida siempre buscará crear, consolidar y compartir
con quienes ama a su lado! … ¡Bendita oportunidad que nos ha traído la pandemia
de reflexionar en lo más importante … NUESTRA FAMILIA!
Facebook: @RuizRoblesCP22
Twitter: @22Publica
Linkedin: Correduría
Pública 22
0 Comentarios