Domingo 27 de abril de 2025
Letras
de Arenas
Pepe Arenas, presenta:
“Las Peripecias”, por P. Périz Copio|
HUBIMOS
Me llamó
mi querida abuela, Ángela Copio, y me pidió que fuera a verla a su casa, que
hacía mucho tiempo que no la visitaba, me reclamó con un amoroso reproche.
Acordamos que sería ayer, viernes por la tarde, casi noche, pues tuve que
ocuparme de varios pendientes que no podía dejar de cumplir. Llegué, como
corresponde, con un ramo de rosas blancas y una botella de vino tinto de Chile
para acompañar la cena.
Para mi
grata sorpresa, estaban ahí mi tío José –Pepe para todos– periodista, poeta,
según él dice, y escritor de varias novelas. También mi tío Carmelo Copio,
exseminarista solterón que imparte varias materias en escuelas secundarias, en
particular Ética y Filosofía. Nos dimos abrazos y nos pusimos al día de lo que
cada cual ha estado haciendo en este plano. Lo dijo así porque, casi de inmediato,
hablamos de la trascendencia del Papa Francisco.
— No puedo negar que me dolió su partida, tenía gran
estima por él, ya que fue un excelente Papa. Tuve la suerte de verlo más o
menos cerca cuando vino a México. Fuimos a la Basílica de Guadalupe el 13 de
febrero, el año 2016. Estoy segura de que me miró, ¿Te acuerdas Carmelo?
— Sí tía. Te acompañé y ahora que ya no está entre
nosotros, me emociona ese recuerdo, y ¿sabes qué?, creo que sí, que volteó y
nos vio cuando pasó frente a nosotros— dijo mi tío Carmelo, me pareció que
emocionado.
— No sé por qué no continuaste en el sacerdocio
Carmelo, habrías sido un buen cura jesuita.
— Bueno, Pepe, si no permanecí en el seminario fue
porque no estuve cierto de que esa era mi vocación; sin embargo, no me
arrepiento. Pero que Francisco, por ejemplo, nunca dudó, eso es cierto. Lo
constatamos durante los casi trece años que fue Papa. Eso es un privilegio.
— ¿Será posible que el próximo sea latinoamericano?
— Lo dudo tía, pero me gustaría, si fuese como
Francisco, quiero decir, coherente con su pensamiento y lo demuestre con
hechos, como él— apuntó Carmelo.
— Yo dejé de acudir a los ritos católicos, de hecho,
puedo decir que soy apóstata de la religión; sin embargo, tengo fe y creo en
Dios y si es así, debo admitir que en buena medida se debe a que seguí con
atención mucho de lo que hizo y lo que dijo Francisco. Me gustó siempre su
discurso, en particular acerca de la igualdad y que, como él repetía, en la
iglesia cabemos todos, como lo dijo Jesús. Hubimus Papam— dijo el tío Pepe.
— Lo que me aflige un poco, es que ya no veo a
tantos jóvenes en el templo cuando voy a misa los domingos. Creo que están cada
vez más lejos de la fe y sus padres no se las inculcan. Están volcados en el
materialismo.
Estuve
a punto de dar mi opinión, pero lo que dijo mi abuela me pareció tan razonable
que nada aporté. Les serví una copa más del vino y seguí cenando.
josearenasmerino@gmail.com
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