Domingo 30 de marzo de 2025
Letras de Arenas
Pepe
Arenas, presenta:
“Las
Peripecias, por P. Périz Copio”
ZOOLÓGICO
Luego de un opíparo almuerzo, en
casa de mi primo Arnoldo Périz, empresario del ramo zapatero; y habiendo
degustado los ricos alimentos que nos ofreció su esposa, mi prima Mariana,
salimos al jardín, al frente de su casa, a tomar otro café y a que él fumara un
cigarrillo, pues su mujer le tiene prohibido hacerlo en el interior, no sólo
por el mal olor que produce, sino por sus hijas, mis sobrinas Lucía y Alma.
Llegó también mi prima Amalia Périz
Gorráez, con su hijita Fátima, así que se armó una buena reunión y, como
siempre, conversamos de esto y aquello. Entró en escena Lucía, mi sobrina, y si
la pude identificar, fue sólo porque llevaba un suéter, el que le pidió antes
su mamá que se pusiera pues estaba resfriada. De otro modo habría sido
imposible distinguirla de su hermana, son, literalmente, como dos gotas de
agua.
—
Si no te pones el suéter, tu hermana también caerá resfriada, lo sabes.
Y es que, por su condición de
gemelas, según dijo, lo mismo que le ocurre a una, le pasa a la otra. Lucía
llevaba en la mano un periódico y le dijo a su papá:
—
Pa, no sé si recuerdas que te platiqué de la elefanta Ely, la que trajeron al
parque zoológico de San Juan de Aragón, ¿te acuerdas? te dije que sufría porque
la rescataron de un circo, como a otros animales que, por cierto, muchos
murieron abandonados. Bueno, la cosa es que como estaba solita, se golpeaba la
cabeza contra la pared, y estaba muy flaca, eso dijeron en un noticiario de la
radio.
—
Mmmm, sí, algo recuerdo, hija. Lo que ocurre es que los elefantes son animales
que viven en manada y requieren de compañía de sus iguales, de sus congéneres,
y si están solos, pueden morir de tristeza. Ya recuerdo, sí. ¿Y qué pasó con
Ely?
—
Pues que como estuvo sola, una organización de ciudadanos quiso salvarla y
presentaron una denuncia contra el parque ese, y dice aquí en este periódico,
que llevaron el caso luego de más de un año hasta la Suprema Corte de Justicia
y, qué crees, que negaron a los que la defienden que la lleven a otro lado, que
porque ya no está sola, pues ahora tiene a dos elefantas más de compañía, pero
a mí se me hace que aunque no esté sola, lo mejor era regresarla a su lugar,
allá en África, de donde la trajeron, como pedían en la demanda.
—
Pienso que tienes razón Lucía –terció Amalia–, si lo analizamos, es un acto de
inconciencia social sacar de su entorno natural a los animales y ponerlos en
jaulas, o aún en espacios abiertos, pero lejos de su familia, de su habitar
natural, sólo para que las personas los vean, pues ni siquiera se puede
interactuar con ellos. Es injusto.
—
Mejor deberían hacer zoológicos con Inteligencia Artificial, y así no sufrirían
y podríamos visitarlos ¿No les parece?— dijo Alma.
Estuve de acuerdo con mi sobrina y le di una
palmadita en la espalda. Me serví otro café.
josearenasmerino@gmail.com
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