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H, Matamoros, Tamaulipas:


CAMBIO

 Sábado 8 de junio de 2024


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

CAMBIO

Cuando mi tía Gudelia me llamó para convidarme a comer con ellos, es decir, con su marido, mi tío Rodolfo Périz, mis primos Matías y Ramiro, y sus esposas, me hizo un comentario que me inquietó:

— Te voy a pedir algo que quizá te suene raro, pero lo hago en aras de que tengamos una reunión en paz, como siempre, quiero decir, que no tratemos temas que nos confronten, que nos dividan. Sé que no ha sido así nunca hasta ahora; pero como estamos en tiempos delicados, no quisiera que se hable de política, de elecciones y esas cosas. Tú me entiendes, hijo.

Le respondí que no se preocupara, que no ha sido nunca mi deseo generar controversia, y mucho menos división pues si algo aprecio, disfruto y agradezco, es tener una familia, de una y otra ramas, unida y armónica.

Ella sabe que soy un buen glotón –yo digo “sibarita”, que es un término fino–, así que antes de preguntarle qué llevar para cooperar, me dijo que ya estaba todo listo: coctel de camarones y ostiones; sopa de mariscos; chilpachole de jaiba; y mojarras al ajo. Que llevara hambre y el infaltable mezcal Oxhoa.

Imposible: el tema obligado por el momento fue la política. Mi primo Ramiro Périz Sentíes es el segundo hijo de Rodolfo y Gudelia, mis tíos muy queridos. Es arquitecto y reside hace muchos años en Guadalajara, donde casó con Lulú, bueno, con Lourdes Figueroa, oriunda de Zapopan.

— ¿Viste lo que pretendieron hacernos los morenos, papá? No se conformaron con todo lo que ganaron a la buena, y quisieron arrebatarnos a la mala el triunfo de Pablo.

Mi tía Gudelia enrojeció y miró con enojo a Ramiro. Supuso que eso nos llevaría a lo que no quería, es decir, que discutiéramos porque sabe que Matías, su primogénito, simpatiza con la llamada izquierda, lo que, por su vocación de médico, lo ha llevado desde que era estudiante a asistir a la gente menos favorecida en zonas depauperadas y ahora, como ginecólogo, los fines de semana, en compañía de Gloria Luévano, su esposa, enfermera, acuden a prestar sus servicios profesionales sin recibir por ello remuneración alguna.

Antes de que Matías dijera “esta boca es mía”, su padre, que se jubiló luego de más de 35 años como profesor primero, y director de varias escuelas de gobierno después, carraspeó como avisando que tomaría la palabra y luego de un sorbo de mezcal, dijo:

— A todos nos tomó por sorpresa el resultado de las elecciones, vamos, incluyo a los que ganaron, pues nadie esperaba que fuera tan copiosa la votación a su favor. Quiero recordar en este punto la frase que nos dejó Demócrito de Abdera, el filósofo griego: “lo único permanente es el cambio”. Y vamos a vivirlo. Se propusieron un cambio de régimen y no queda sino adaptarnos, vigilantes, atentos y participativos, cuidando en lo posible que no caigamos nuevamente en el partido avasallante, dominador, pues eso sería un cambio, sí, pero hacia atrás. Y que no llamen más a confrontarnos, eso no le conviene a nadie, ni será bueno para México.

Mi tía Gudelia sonrió, complacida de escuchar a su marido expresarse con la sabiduría de la experiencia, de los años vividos. Cambiamos de tema y yo me serví otra porción de flan.

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 

 


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