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H, Matamoros, Tamaulipas:


 Miércoles 22 de mayo de 2024


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

CALORES 1

No supe si permanecer en el coche, que parecía la antesala del infierno, o bajar y buscar refugio bajo el alero de la cochera. Opté por lo segundo, mientras llegaba alguno de mis parientes. No me percaté de la hora: llegué treinta minutos antes de lo convenido y el sol quemaba.

⸺ ¡Pásele, se va achicharrar ahí afuera!

Pachita me salvó. Ella trabaja con mi tía Susana Copio hace muchos años y me reconoció. Me dijo que aún no llegaban de Tequesquitengo mi tía y mis primos, pero que venían en camino. Que ya tenía preparado todo para la comida y que mi tía le avisó que vendría yo, por eso se asomó y me vio.

Me ofreció un vaso así de grande de agua de Jamaica con harto hielo, que bebí no a sorbos, sino a grandes tragos, al punto que no había entrado de regreso a la cocina cuando le rogué que me sirviera otro igual.

Le pedí que pusiera en el refri la botella de mezcal que les llevé pues se calentó en el trayecto pues lo dejé en asiento del copiloto. Sé que a mi tío Manuel López, esposo de Susana, le gusta mucho y lo recomienda, y ya que es nutriólogo, lo tomo muy en serio, aunque advierte que hay que acompañarlo con algún alimento y, por supuesto, no beber más de dos caballitos, pero no percherones.

La cita era a las tres, llegué anticipadamente; pero ya eran más de las tres y media cuando sonó mi celular era mi primo Arturo:

⸺ Primazo, supongo que ya estás en la casa de mis papás. Fíjate que con este calorón, se fastidió el radiador de la camioneta y estamos atorados en la carretera, esperando a la grúa que ya pedí, pero no sé a qué hora llegaremos.

Le respondí que no había problema, que los esperaría el tiempo que fuese necesario; sin embargo, vista la hora, me dijo que mi tía Susana insistía en que Pachita me sirviera los sagrados alimentos, que no esperara más. Eso convinimos.

Ya con la anuencia de la patrona, Pachita me acercó un caballito para el mezcal, pero me dijo que aún había en la botella que llevé en la ocasión anterior. Me serví el primero y un par de tostadas de pata con aguacate, antes de la sopa de tortilla y el chile relleno de queso que me zampé. Estaba por comer la rebanada de pastel de chocolate con helado cuando sonó nuevamente el teléfono:

⸺ Primo, estamos en el hospital. No te alarmes. Mi mamá se sintió muy mal porque estuvimos como cuarenta minutos esperando la grúa, a más de 40 grados y se desvaneció. Ya la están atendiendo, pero nos quedaremos un rato más, no se qué tan prolongado, hasta que la den de alta.

Insistí en que me dijera en cuál hospital y hacia allá me dirigí. El coche seguía caliente.

(Continuará)

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 

 

 


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