Lunes 8 de abril de 2024
Letras de Arenas
Pepe Arenas,
presenta:
“Las Peripecias, por
P. Périz Copio”
DEBATE
⸺ Pero no se trataba de “ganar”, ¿o sí? Según mi parecer,
el propósito del debate era el de confrontar ideas, contrastar propuestas y, en
tal caso, contraargumentar o rebatir. ¿O no es para eso un debate? Digo…
Se puso buena la cosa. A lo dicho por mi tía Adolfina,
esposa de Arnulfo Copio Soberanes, el decano de los Copio, maestro de
Preparatoria ya jubilado, mi primo Francisco, su hijo, replicó:
⸺ Pues tienes y no tienes razón mamá. Mira, en esencia,
sí, para eso es un debate, de hecho, así es como lo expliqué a mis alumnos pues
la mayoría de ellos, por su edad, no han participado hasta ahora en una
elección, menos una como la que se avecina. Cuando les dije que son más de
veinte mil puestos de elección popular los que están en disputa, no lo creían,
y con razón, pues nunca antes hubo una de tal magnitud; sin embargo, quieras
que no, tratándose de una competencia, en esencia, repito, todo mundo quiere
saber quién ganó, es decir, quien lució mejor, con su exposición, su posición,
o mejor, su oposición, frente a los otros dos competidores.
Esta conversación ocurrió esta mañana, bueno, media
mañana mientras esperábamos el famoso eclipse –que finalmente aquí pasó sin
pena ni gloria, apenas un rato un tanto nublado– y a modo de almuerzo, con los
tamales que me tocó llevar y un riquísimo atole de cajeta que preparó mi tía,
además, claro, de café de Coatepec.
Antes de que yo abriera la boca para opinar, lo hizo mi
tío Arnulfo:
⸺ Me pareció insulso, aguado. Como dice tu mamá, yo
también esperaba que se confrontaran los candidatos, y me perdonan si no digo
“las y el”, pero esa es una deformación del idioma español que enseñé a muchas
generaciones de estudiantes. Bueno, la cuestión es que, según creo, y tú mamá
también, eso no fue un debate, fue una exposición de respuestas a preguntas
repetitivas, en un acartonado esquema en que lo que no hubo fue la libertad
para expresar ideas, exponer argumentos. Y lo que me parece menos importante,
es si alguien ganó, pues ganaron los tres, dependiendo de quién lo diga, pues
por eso tienen sus favoritos.
Felipe Copio y Marcela, su esposa, estaban presentes y
antes de que él pudiera hablar, se le adelantó Florencia, su hija, estudiante
de Preparatoria:
⸺ Pues a mí no me convenció ninguno⸺ dijo, y todos
volteamos a verla con atención⸺ sí, no me miren así: esta es la primera vez que
voy a votar, si es que lo hago, y si mi mamá no me insiste, casi diría me
obliga, a ver el famoso debate, no me interesaba verlo, ni a mí ni a muchos de
mis compañeros, porque sabemos que de cualquier modo las cosas no serán
diferentes, mucho menos mejores.
Se hizo un silencio por un minuto, que parecieron cinco.
No supimos por unos momentos qué decir y qué argumentos esgrimir para
convencerla de que no deje pasar la oportunidad de votar. Finalmente mi tío
Arnulfo le dijo:
⸺ Mi querida Florencia, nieta consentida: entiendo bien
lo que dices, y no te juzgo por dudar en votar o no. Lo único que te sugiero es
que no te cierres a informarte más, a conocer a los candidatos –si los debates
que siguen ahora sí son debates– y por lo que se dice de ellos en la tele, y si
alguno te convence, vota por él, y de no ser así, anula tu voto, pero acude a
hacerlo, de otro modo tendrás razón: las cosas no serán diferentes, ni mejores.
josearenasmerino@gmail.com
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