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H, Matamoros, Tamaulipas:


POESÍA

 Domingo 17 de marzo de 2024


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio

POESÍA

Mi prima Yadira López Copio, una buena actriz en sus cuarentas, me parece, nos convocó a varios parientes a su casa para que escucháramos el ensayo de una nueva obra en la que tendrá un rol estelar, como dicen en el ambiente artístico.

Se trata de una adaptación de una obra española, de García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”, que en esta versión mexicanizada ocurrirá en una colonia proletaria de la Ciudad de México, en tiempo actual, según nos explicó.

Estuvimos mi tía Susana Copio, maestra de la materia de Literatura en el nivel de educación media superior, o dicho de otro modo, de Prepa; sus hermanos, Maricela, también docente, y Arturo, meteorólogo de profesión.

Acondicionó la sala de la casa como una especie de escenario para lo cual usó el cortinero del baño a modo de telón y un par de sillas. Su público, es decir, nosotros sus parientes, ocupamos el sofá, los sillones individuales y un reposet que estaba libre, en el que quise sentarme pero no pude:

⸺ ¡No primo, ahí no! El reposet es para mi tía Ángela, que no tarda en llegar, pues según me dijo, su nieto José él la traerá, pero ya sabemos que no es el modelo de puntualidad.

Me emocionó saber que vendría mi tía abuela Ángela, enfermera jubilada, especializada en ginecoobstetricia, que según dice –y le creo–, recibió a mil y pico de niños en su carrera, entre los cuales hay en su haber varios de nosotros sus parientes.

Estábamos escuchando atentos a Yadira declamar los versos que le corresponden en la obra, cuando llegaron mi primo José y la tía Ángela, por lo cual se interrumpió momentáneamente la lectura. Luego de los besos y abrazos de bienvenida, nos acomodamos nuevamente y reanudó el ensayo.

Fue entonces que José nos dijo que la tía abuela Ángela escribe poemas, y ella pretendió negarlo; sin embargo, para demostrarlo, él sacó su teléfono celular y buscó entre los archivos el de poesía, y en ese estaba uno de los ejemplos de la vena poética de la tía y lo leyó:

Soledad

Soledad hermana, compañera soledad,

juez implacable o perro fiel,

junto a mí vivirás noche y día,

en la tristeza, en la locura, en la agonía

 

Soledad, compañera, dulce hermana,

sé que nunca me dirás ¡hasta mañana!

que a mi lado vivirás noche y día,

que viva o muerta, junto a mí estarás

en la calle, en mi alcoba, en mi ventana…

 

Soledad, hermana, dulce compañera

sé que nunca me dirás ¿por qué lloras?

que a mi lado estarás noche y día,

que discreta y callada junto a mí estarás

en la tristeza, en la locura, en la agonía.

 

Soledad, hermana, compañera soledad,

sabia y observadora me miras reír, llorar,

me oyes gemir angustiada,

me sientes arrebatada, en el vértigo final

y no cambias tu actitud: me miras, me miras, callas.

 

Soledad, hermana y compañera soledad,

sé bien que tú mis ojos cerrarás.

 

Durante unos momentos permanecimos en silencio, como extasiados por ese texto y luego aplaudimos, aplaudimos con entusiasmo mientras ella parecía ruborizarse.

Me sentí más que orgulloso de mi familia, cuántos talentos, pensé. Me acerqué a la poeta y la besé.

josearenasmerino@gmail.com


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