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H, Matamoros, Tamaulipas:


Qatar

 Jueves 8 de diciembre de 2022


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

Qatar

Esta mañana me llamó mi primo Arnoldo Périz muy apenado para pedirme –no para ofrecerme– una disculpa. Resulta que hicimos planes para acudir a la inauguración de un restorán nuevo, del que él es socio. Se trata de un restorán con comida internacional, lo que yo interpreto como un eufemismo para decir que hay de todo, desde platillos regionales de México, hasta pizzas y pasta, pasando por los suflés y otras exquisiteces francesas, por ejemplo.

La cosa es que, según me dijo Arnoldo, hubo un zipizape es su casa, entre sus hijas gemelas Alma y Lucía, a quienes ya me referí antes: son, literalmente, dos gotas de agua, así de parecidas, al punto en que, aun siendo ya jóvenes ciudadanas, que cumplieron los 18 el pasado mes de abril, en no pocas ocasiones su padre las confunde y a una le llama por el nombre de la otra y viceversa.

No obstante ese extraordinario parecido entre mis sobrinas, parecen dos lados de una moneda. Así son de diferentes en casi todo. Desde que eran así de pequeñas, lo recuerdo, diferían en muchas cosas que podría pensarse son actividades, actitudes, deseos y gustos de la generalidad de las niñas: sin embargo, no coincidían en nada, o en casi nada: si Alma elegía un vestido, Lucía prefería un pantalón; si Lucía pedía un helado de chocolate, Alma prefería una nieve de limón, por ilustrar lo que digo.

Apenado por la situación, y como me encontraba cerca de su casa, le pregunté a mi primo si podía pasar a saludarlo y conversar. Estuvo de acuerdo, así que pasé al súper y compré unos mameyes y unos chicozapotes, que son de mis frutas favoritas, para no llegar con las manos vacías.

Mis sobrinas no estaban en casa, me dijo. Acudieron a sus escuelas. Aclaro: no van a la misma, pues también en eso difieren. Una de ellas –no sé cuál– va a la preparatoria de la UNAM y la otra está haciendo el bachillerato en el Tecnológico de Monterrey.

Nos reunimos en el desayunador. Me refirió que ahora que se juega en Qatar el campeonato mundial de futbol, una vez que quedó eliminada la selección mexicana, como era previsible, sus hijas eligieron cada una diferentes países –claro- a cuál apoyar y por supuesto, tenía que haber una que ganara y otra que perdiera. Y sucedió: Lucía estaba con España y, quizá por llevarle la contra, Alma le iba a Marruecos.

Por su expresión entendí que estaba triste. Se hizo un breve silencio que aproveché para ofrecerle así, sin palabra de por medio, un trozo de mamey, que aceptó con un “gracias” que apenas alcancé a escuchar.

Podría parecer un asunto irrelevante, pero no lo es, ya que tanto él como Mariana, su esposa, están inquietos por esa situación, hace tiempo. Creo comprende su preocupación, pues además de no ver cumplido su natural deseo de que haya armonía en la familia, ha habido ya algunos momentos en que las diferencias entre ellas ha subido de tono.

Mariana regresó de hacer alguna diligencia en la calle y luego de los saludos, mi primo le dijo que habían discutido sus hijas esa mañana y que, como siempre, estaban en desacuerdo, por lo que si sólo una de las niñas –siempre serán niñas para él– iría a la inauguración del restorán, él decidió que tampoco ellos lo harían. Mariana quiso convencerlo de que fuesen ellos dos –lo que me pareció muy bien, ya que entonces yo también estaría incluido– pero Arnoldo dijo que no se sentía con el ánimo y la disposición, de modo que no aceptó la propuesta. Fue en ese momento cuando dijo que le afectó escuchar a sus hijas discutiendo por temas quizá de política, pues una le gritó “Fifí” a la otra, y esta le respondió “Chaira” y tuvo que intervenir para tratar de calmarlas pues ya parecía pleito.

⸺ Sólo eso nos faltaba, que venga alguien, y no quiero ni decir su nombre, a terminar también con la paz familiar, dividiéndonos aún más, como está dividiendo al país, no puede ser, no⸺, dijo Mariana y se hizo un nuevo silencio. Les ofrecí un chicozapote que ella tomó, lo partió y le dio la mitad a Arnoldo. Yo me comí uno entero.

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 

 

 

 


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