Lunes 19 de diciembre de 2022
Letras
de Arenas
Pepe Arenas, presenta:
“Las Peripecias, por P. Périz Copio”
Posadas
Uno tiene sus parientes favoritos, ¿o no? Entre las
mías está mi sobrina Liliana Copio, hija del primer matrimonio de Heriberto,
uno de mis primos mayores. Ella es madre soltera de Raúl y Susanita, él de 12,
ella de 9, creo que del mismo padre, pero no estoy seguro. Liliana es enfermera
especialista en Gastroenterología y trabaja mucho, le encanta lo que hace,
dice. Ayer me llamó para pedirme que la acompañara al mercado que está más
cerca de su casa.
Acudí puntual a las 8 para acompañarla al mercado de
su colonia, pues según me dijo, quiere organizar una posada mañana en el jardín
de su vecina, Camelia, mamá de tres niños de la edad de los suyos. Llegamos en
su coche –el mío está averiado y en la cochera hace ya varios meses- y con dos
carritos de los de jalar para ir poniendo las mercancías. Como casi todos los
mercados en estas fechas, este estaba profusamente adornado, con piñatas,
luces, tiras de colores, en fin. En los puestos, lo necesario para el
Nacimiento: San José, Santa María y Jesús –que se coloca la mañana del 25– y
fruta, mucha fruta de la que se rellenan las piñatas.
⸺ ¿Es en serio tío? Mira los precios, no lo pudo
creer, el año pasado estaba todo casi a la mitad de lo que cuestan hoy. No sé
qué voy a hacer⸺, me dijo casi alarmada.
⸺ Pues esa es la situación actual, querida. Entre que
la inflación y el desastre de la Economía Nacional, todo está muy caro; pero
mira, lo mejor será comprar las ollas, el papel de China, cartón y engrudo y
armamos las piñatas en tu casa le sugerí⸺ y procedimos a comprar lo necesario:
tejocotes, manzanas, trozos de caña, jícamas, mandarinas y para complemento,
dulces.
Mientras íbamos comprando, en mi memoria pasaba una
película inolvidable, la de mis posadas allá en la semiprivada en la Colonia
Industrial, en la que nací y viví 25 años, en la ciudad que se llamaba entonces
Distrito Federal. Qué recuerdos tan entrañables, la calle adornada de una casa
a otra, con luces, tiras de papeles multicolores, heno. Y en la entrada de cada
casa farolitos de distintos colores. En cuanto oscurecía, salíamos a tocar en
las puertas avisando que comenzaba la procesión con los peregrinos, y se
juntaban los vecinos en largas filas cantando los villancicos, con velitas
encendidas; y luego los chiquillos nos formábamos en la fila para romper
piñatas, varias, que aportaban las familias. Lindos recuerdos.
⸺ ¿Qué más llevamos tío?⸺ Preguntó Liliana y volví al
presente.
Felizmente aún se consiguen los pequeños libritos con
la letra de los villancicos, así que compramos varios para pedir posada y lo
necesario para tratar de revivir esa película, me propuse, ya que los niños y
adolescentes de hoy no saben de esas tradiciones, pues sus padres no se las
transmitieron.
⸺ Será una posada memorable, tú verás⸺, le dije y
regresamos a su casa para prepararla.
Mis sobrinos Raúl y Susanita, sus hijos, y sus amigos
del vecindario no van a olvidarla.
Estuve tentado a comprar una piñata, una de muchas que
vi del presidente, pero están caras.
josearenasmerino@gmail.com
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