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H, Matamoros, Tamaulipas:


Nochebuena

 Sábado 23 de diciembre de 2022


Letras de Arenas

Pepe Arenas, presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

 

Nochebuena

Ante la duda de que esta gripa fuese influenza, o la dichosa Covid-19, me tuve que sustraer de acudir a la cena de Nochebuena en casa de mi primo Matías Périz Silva, ginecólogo, marido de Gloria Luévano, enfermera, a quien conoció desde que hizo su residencia en un hospital del IMSS, hace muchos años, no sé cuántos, pero muchos; por cierto, no tienen hijos pues uno de los dos, ignoro cuál, es estéril.

Cuando me llamó para invitarme, me dijo Gloria que estarían a cenar también Ramiro, hermano de Matías, viudo, que llegaría con una señora Lulú –ignora su apellido, me dijo– que es su novia y posiblemente su esposa si se concreta la relación, le comentó él cuando aceptó la invitación.

El grupo familiar se completaría con otro primo, Arnoldo Périz Caballero, el papá de las gemelas idénticas, Alma y Lucía, y la mamá de éstas, Mariana, a quien quiero mucho, por cierto.

Le hablé por teléfono a Gloria para informarle que me veía precisado a declinar la invitación, pues en ese momento era ya un potencial foco de infección. Ella lo lamentó pero lo lamenté mucho más yo, pues ya habían transcurrido dos Nochebuenas previas en que no celebramos la cena por el tema de la pandemia, y esta era sin duda una magnífica oportunidad para degustar las exquisiteces que prepara, además de las viandas con que acostumbramos llegar los convidados.

Recordé que en la Nochebuena del 2019, para la cena, había preparado Gloria un delicioso bacalao a la vizcaína con chiles güeros, alcaparras, papitas de cambray; pierna de cerdo al horno con ensalada dulce de manzana, nueces, piña y acitrón; también había unos romeritos con mole de San Pedro Totolapan, el más rico que he probado y un rico fruit cake que llevó, no recuerdo quién. Como ese año, este me comprometí a llevar los vinos blanco y tinto para acompañar los alimentos, pero como no pude ir, llamé a Ricardo Abundez, mi taxista de confianza, y le pedí que llevara las botellas a casa de Matías.

Sabía de lo que me perdería, pues Matías toca el piano como un verdadero maestro y antes de la cena, y después de ésta, nos deleita con su arte y nos acompaña a los que nos atrevemos a cantar. La verdad es que mucho lamenté no poder acudir, pues ganas no me faltaron, pero como los síntomas se presentaron apenas antier, intentar una prueba para confirmar o no si estaba contagiado de la Covid, preferí abstenerme, antes que enfermar a alguno de mis parientes.

Arnoldo me llamó cuando supo que no acudiría para decirme que lamentaría mi ausencia; pero me comentó algo que me dejó pensando:

⸺ Fíjate, primo, que mi hija Lucía va a hacer un numerito.

Pensé que se trataría de un baile, o que cantaría villancicos, y cuando estaba por pedirle que me explicara de qué numerito se trataba, se adelantó y me dijo:

⸺ Ya nos dijo que ella no va a cenar, por solidaridad con quienes no tienen modo de celebrar, en particular en esta Nochebuena⸺ y antes de preguntarle más, continuó⸺, dice que será un acto simbólico a favor de los ucranianos pues muchos de ellos no podrán celebrar como nosotros.

Le dije que no me parecía mal del todo, y que era sin duda un gesto loable de su parte, pero no creo que lo haya convencido con mi dicho. Recordé que el transcurrieron hoy, 24, diez meses de la invasión rusa, de hecho, la invasión de Putin.

Llegó la pizza de camarones y destapé una botella de vino, todo para mí solo.

 

josearenasmerino@gmail.com

 


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