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H, Matamoros, Tamaulipas:


SEXO

 Martes 22 de noviembre de 2022


Letras de Arenas

Pepe Arenas presenta:

“Las Peripecias, por P. Périz Copio”

SEXO

Esta vez me tocó ser el anfitrión, de modo que, como soy una nulidad en la cocina, lo cual reconozco públicamente, me lancé al súper donde venden esas delicias de origen japonés que hoy nos son tan familiares, aunque no resultan del gusto general, pues estamos más hechos a que “lo grasoso es más sabroso” y comer arroz hervido con pescado crudo no es del agrado de muchos. Para acompañar el sushi compré una botella de sake, el licor que los japoneses destilan del arroz, claro.

Antes de optar por el sushi, consulté a mi prima Lilia Copio, quien prácticamente se invitó con el pretexto de sostener una “conversación de adultos”, dijo. Me advirtió que vendría con su pareja y estuvo de acuerdo con el menú, pues según afirma, ella está dispuesta a probar casi de todo.

Le pregunté si tendría inconveniente en que invitara a alguien más y estuvo de acuerdo, pues así seríamos cuatro a la mesa y la plática sería más rica. Llamé y aceptó venir a mi primo Carmelo Copio, un tipo inteligente, que estuvo muy cerca de ordenarse como sacerdote de la Iglesia Católica, pero desistió, dice, por el tema de los abusos sexuales de los curas, entre otros motivos. Permanece soltero y trabaja como académico en una universidad privada, no recuerdo cuál.

En punto de las ocho de la noche llegaron Carmelo, Lilia y María, su pareja, a quien no conocíamos. Mis primos no se habían visto desde la Navidad anterior, donde nos reunimos casi todos los años en casa de mi tío Justino, el mayor de los Copio.

Luego de las presentaciones de rigor y pasada la sorpresa que –al menos para mí lo fue–, de enterarme así, de sopetón, de la inclinación sexual de mi prima, los hice pasar a la salita y puse sobre la mesa de centro unas frituras de esas que venden en bolsas con unos sellitos negros que a todos gustan. Para beber, mezcal y tequila. María dijo que no bebe alcohol, así que le ofrecí un refresco; sin embargo, prefirió agua simple, con hielo, eso sí.

⸺ ¿Y cuál es ese tema del que quieres hablar prima?, dinos⸺ inquirí a Lilia.

⸺ Pues verán. Por lo pronto me alegra que hayas invitado a Carmelo, ya que él es un hombre inteligente y muy preparado, en particular cuando se trata de este asunto que me tiene muy preocupada⸺ respondió y miró a los ojos a María, que permaneció seria.

⸺ Gracias por tu comentario, prima⸺ terció Carmelo y la conminó a explicarse.

⸺ Se trata de mi hijo Raulito, que ya está a punto de concluir la primaria. Me dijo que no está seguro de querer seguir siendo niño, que está considerando ser niña.

Escucharla decir eso mí provocó a preguntar algunas cosas, y a darle mi opinión, pero ella continuó: la duda, nos dijo, surge de la información que les dan en la escuela, en la materia de educación sexual. La maestra les dijo que no es determinante el sexo con el cual nacieron y por ello Raúl hoy tiene una duda en ese sentido. Le pidió entonces a Carmelo su opinión.

⸺ Lilia, como dijo Demócrito: “lo único permanente es el cambio”; sin embargo, no creo que todos los cambios sean lo que consideramos evolución⸺ respondió, midiendo sus palabras y evitando aludir al hecho de su propia preferencia sexual⸺, yo no estoy de acuerdo en que enseñen esas cosas a los niños, pues como en el caso de Raulito, los confunde, ya que no están mentalmente maduros; no obstante, hoy vivimos otra realidad, distinta de la que aprendimos en nuestra niñez.

Llené las copas y permanecí en silencio, reflexionando. Los invité a pasar a la mesa y ahí siguió la conversación seria. (CONTINUARÁ)

josearenasmerino@gmail.com

 

 

 

 


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