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De Toros...............Por José Arenas Merino

 Jueves 4 de noviembre de 2021






De Toros

Estuve dos tardes en la Plaza México. La primera con mi padre, cuando tenía quizá 14 o 15 años. Fue una experiencia gris pues no era la Temporada Grande, sino una novillada. Llovía y no recuerdo si teníamos al menos un paraguas. Desde lo alto apenas logré distinguir algunos detalles que mi padre me señalaba, como para que entendiera lo que ahí sucedía. No que fuera una novedad, pues en el televisor en casa, con mi abuela materna vi varias corridas; pero no es lo mismo que estar ahí. Llegué a escuchar la crónica de los más distinguidos: Pepe Alameda y Paco Malgesto.

La segunda –y última- tarde en el también conocido como Coso de Los Insurgentes acudí con mi familia y la de mi amigo Daniel Leal. Se presentaba el rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza, quizá el mejor, seguro el más famoso en México. Qué caballos, qué destreza de jinete, un verdadero espectáculo ecuestre. 

En ninguna de las dos ocasiones en que acudí a esa plaza presté atención a los toros, al menos no la suficiente para recordar alguno de ellos, pues a pesar de ser eso, una corrida de toros, fijé mi atención en los toreros, los banderilleros y menos en los picadores. Mas no en los toros.

En el servicio de televisión que recibo en mi casa hay en la sección de deportes –no sé por qué- transmiten diferidas muchas corridas de toros y las veces que las vi, escuché la descripción de los toros por el cronista Murrieta, sin duda uno de los mejores. No las veía con frecuencia, si acaso, cuando no había algo mejor qué ver en esa sección.

Hace unas semanas, sin embargo, no sé por qué, fui directamente al canal donde transmiten esas repeticiones y lo vi salir de la puerta de toriles: un toro gris oscuro, con unos bien plantados pitones, fuerte, grande, hermoso. Dio una vuelta al costado de los burladeros, corriendo a gran velocidad. Me pareció que lo hacía alegremente, disfrutando del momento, trotando libre, luego de un forzado encierro. Esa tarde moriría, y no lo sabía. 

En ese instante decidí no volver a ver una corrida de toros el resto de mi vida. Nunca más.

José Arenas Merino, noviembre 21

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