Miércoles 13 de octubre de 2021
EN LAS NUBES
El robo de joyas
Carlos Ravelo Galindo,
afirma:
Que no se entienda mal.
Son joyas del pasado. No del presente.
Nada tienen que ver, se
piensa, con los que cenan en fatuos bares. O los que liquidan la cuenta.
A propósito,
acabamos de leerlo:
“Don
Carlos Buenas tardes
La
cena de Lozoya si constituye un delito.
El
le declaro a un juez civil, en una demanda de daño moral, que no podía acudir a
una audiencia que se le había notificado debido a, dijo Lozoya al juez ,reitero,
que no podía salir de su casa por un mandamiento judicial y días después
cena fuera de su casa en un restaurante de las lomas de Chapultepec.
Aunado
a ello la FGR declaró que si podía deambular por la ciudad de México. Lozoya sí
podía acudir a la audiencia y que no estaba impedido.
Luego
entonces faltó a la verdad al juez que lo requirió e incurrió en un delito de
falsedad de declaraciones debido a que lo declaro bajo palabra al juez
civil”.
Nosotros
subrayamos:
“La
autoridad es una ayuda, pero si está mal ejercida, se convierte en opresiva, no
deja crecer a las personas y crea un clima de desconfianza y de hostilidad, y
lleva también a la corrupción”.
Y
sobre el robo de joyas para que nos lo aclare y platique acudimos a experto
en la historia de México.
Quienes
están interesados en el robo y venta de obras de arte en México y los demás
países de América Latina, y no sólo de bienes arqueológicos, les conviene
conocer una base de datos de reciente creación, titulada Memoria robada,
patrocinada por el medio digital peruano Ojo Público
(memoriarobada.ojo-publico.com).
“Allí
se encuentran más de 50 mil fichas de hurtos, repatriaciones y subastas de
bienes culturales, diversos tipos de documentos para seguir la pista de los
robos de arte en el mundo, información periodística sobre casos concretos, las
39 mil obras de arte saqueadas de 132 países y reportadas a la Interpol en los
últimos cien años, las casas de subastas de 14 naciones que vendieron piezas
robadas en Latinoamérica, etcétera.
“Lo
que existe en Memoria robada -dos millones de datos-, es material de primera
mano obtenido en buena medida gracias a que los periodistas que participan,
pidieron información a las autoridades judiciales de Perú, Guatemala, Costa
Rica, Argentina y México, con apoyo en las leyes de transparencia que obligan a
los gobiernos a dar la información que solicitan los ciudadanos en general.”
Estos datos los sacamos, sin permiso
del escritor, simplemente del cajón. Esos, no muy viejos recuerdos, datan de finales
de 2016.
Utilizamos
antecedentes de una charla preparada para alumnos del diplomado universitario
de investigación sobre robos de arte en México.
Platica
José Antonio el esposo de la también escritora doña Norma Vázquez Alanís de
Aspiros que del robo se enteró por las noticias, pero le ocupó un tiempo escribir algunos comentarios.
“Me
refiero al robo del códice Tonalámatl de Aubin a la Biblioteca Nacional de
París, en junio de 1982. Meses antes había visitado una exposición sobre
códices en el Museo Nacional de Antropología, y luego, motivado por ese audaz
hurto, escribí una nota sobre códices para la agencia Notimex, y un reportaje
para la revista En Todamérica, por el cual en 1984 recibí del presidente Miguel
de la Madrid una mención honorífica durante la entrega de premios del certamen
nacional a que convocó el Club de Periodistas de México.
“Hasta
donde sé, porque así me lo dijeron en el INAH cuando lo pregunté, el códice se
encuentra guardado en la biblioteca del Museo Nacional de Antropología.
“En
síntesis, la historia es que un abogado de Quintana Roo llamado José Luis
Castañeda del Valle, fue a esa biblioteca parisina, pidió el códice y se lo
prestaron un poco a regañadientes, y él devolvió a la empleada el estuche
vacío. Lo trajo a México, lo ocultó, y cuando Francia se lo reclamó a nuestro
gobierno, Castañeda lo entregó a la policía.
“La
pieza no fue devuelta a Francia, sino que hubo un acuerdo para que se quedara
en custodia de México. Toda la información que recabé, aunque el caso no se había
cerrado, está resumida en el primer capítulo de mi libro Los dioses
secuestrados. Estos son los primeros párrafos:
‘El
19 de junio de 1982, un joven abogado mexicano llegó a la Biblioteca Nacional
de París y solicitó a la encargada, Monique Cohen, el original del códice
Tonalámatl-Aubin, con más de un siglo guardado en esa institución. La empleada,
quizás sorprendida por tal audacia, le dijo que “esto no lo entienden los
mexicanos y lo único que hacen es no tomarlos en cuenta”.
‘Según
la versión del propio afectado, en forma grosera le quisieron negar el
documento prehispánico, pero finalmente se lo facilitaron y surgió en él la
idea de “recuperarlo” para México. Guardó el códice bajo su ropa, devolvió
vacía la caja que lo contenía, recogió su “carta de lector” y salió del lugar.
‘Cuando el director de esa Biblioteca se
enteró del hurto, dio aviso a las autoridades de su país, que a su vez lo
comunicaron a las de México, y solicitaron tanto la captura del responsable
como la devolución del códice. El 17 de agosto siguiente -casi dos meses
después- los diarios mexicanos
publicaron la noticia de que Interpol había detenido en Cancún al licenciado
Castañeda del Valle en posesión del valioso documento, y estaba a disposición
del Ministerio Público Federal.
‘A
través del agregado de prensa de su embajada en México, Pierre-Henri Guinard,
Francia manifestó su “satisfacción” por la captura del “ladrón” e insistió en
que recurriría a los canales diplomáticos y oficiales necesarios para recuperar
lo que “es nuestro”, según el francés. Guinard dijo que seguramente su país no
solicitaría la extradición de Castañeda, pero a cambio esperaba que la justicia
mexicana ejerciera la acción penal procedente contra el acusado, pues de lo
contrario se estaría violando el Derecho Internacional.
‘Pero la historia terminó totalmente distinta
de los deseos franceses. Castañeda del Valle quedó en libertad condicional por
falta de documentos probatorios para su consignación dentro del término
constitucional, y el Tonalámatl-Aubin no fue devuelto... ni se sabe hasta la
fecha nada de su paradero. Supuestamente lo tiene la Biblioteca del Museo
Nacional de Antropología.’ (Fin de la transcripción).
craveloygalindo@gmail.com
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