Miércoles 15 de septiembre de 2021
EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¡YA NO ME DEJASTE NI UNO!
E |
ntre los cientos de personajes que admiro está Don Adolfo Ruiz
Cortines, hombre exageradamente honesto, sensible a los demás, sabio natural,
con un impresionante sentido de vida; don que ejercía evidentemente en la
política, misma que transpiraba por cada uno de sus poros.
Cuenta una anécdota que cuando su sucesión se aproximaba -zorro de la política como era-, enviaba señales a sus posibles sucesores, muchos
despistados los tomaban hacia Don Gilberto Flores Muñoz “El Pollo”, entonces
Secretario de Agricultura, a quien la bufalada daba como “el bueno”.
Hasta la década de los 90, el gobierno federal mantuvo infinidad de
empresa sin buenos dividendos, una de ellas el periódico El Nacional, que a pesar de contar con excelentes escritores,
debido a que tocaba las noticias desde una óptica oficialista, aunado a la mala
organización y pésima distribución, y como todo lo que la mala burocracia
mexicana toca, no era leído por nadie, a grado tal que en 1994, el gobierno
federal lo desapareció después de 65 años de vida.
Como la fecha del “destape” se acercaba, cierto día el director de El Nacional solicitó permiso al
presidente Ruiz Cortines para escribir un artículo donde ponderaba las virtudes
y oficio político de Don Gilberto, éste le respondió: “Muy bien, publíquelo…
¡pero no se lo cuente a nadie!”
Eso quizás es lo que querían los españoles en septiembre de 1810: ¡que
no le contaran a nadie! que la insurrección había sido descubierta, pero Doña
Josefa Ortiz de Domínguez, patriota a más no poder, mando comunicar al joven
militar Ignacio María de Allende y Unzaga, que el movimiento independentista
–programado para noviembre- había sido descubierto, hecho que hizo que los insurgentes tomaran la
decisión de adelantarla a la madrugada del 16 de septiembre.
Así fue decretado septiembre el
Mes de la Patria, en homenaje a que un puñado de pundonorosos mexicanos que
supieron ir más allá de sus límites y fueron capaces de iniciar una gesta
heroica que nos legó Patria y Libertad.
Para el viejo Filósofo, el Grito de Dolores es un verdadero icono de
amor a México, pues mientras los grandes libertadores de América: Sucre,
Bolívar, San Martín, entre otros, eran militares de carrera, Hidalgo era un
sacerdote –con un liderazgo social ejemplar, validado en el servicio- que frente a la cruz en la que promovía el amor al
prójimo, enarboló el estandarte de la Virgen de Guadalupe para luchar por la
causa de todos.
Entre las causas de la Independencia de México encontramos: el descontento
colectivo por la desigualdad social, los altos impuestos, la acumulación de
poder y resentimientos por el clero, el menosprecio a criollos y mestizos, los
indígenas y las castas en condiciones misérrimas. Por otra parte, la influencia
de las ideas enciclopedistas -no obstante la Inquisición-, de la Independencia de Estados Unidos, de la
Revolución francesa y del liberalismo que en forma por demás destacada brillaba
en nuestro país.
Aunque los próceres que iniciaron la Independencia no vieron culminada
su obra, su lucha permitió abolir la esclavitud, libertad para autogobernarnos,
establecer el federalismo y una república, proclamar la igualdad de todos ante
la ley, la soberanía popular, la división de poderes, el establecimiento de los
derechos fundamentales del hombre y del ciudadano; en síntesis, conquistar la
ansiada Independencia de México.
Lo anterior me recuerda la ocasión que en Güémez se celebraban las
fiestas patrias, con tal motivo el pueblo entero se volcó a la plaza que vestía
sus mejores galas. En la explanada, el presidente municipal andaba como niño
con juguete nuevo, saludando a los concurrentes; el secretario del
Ayuntamiento, desde el balcón del palacio municipal le hacía señas indicándole
que era hora de iniciar “el grito”. Como el alcalde hacía caso omiso, ordenó al
maestro de ceremonias que diera “una calentadita al evento”, éste ni tarde ni
perezoso empezó a soplar el micrófono: “Bueno, bueno, probando, probando” -y con voz envidiablemente modulada dijo:
— ¡Señoras y señores!, en unos momentos más nuestro querido presidente
municipal habrá de dar el Grito… Como nuestro líder político, habrá de
invitarnos a repetir con él los nombres de los héroes de la Independencia…
habrá de decirnos: ¡Viva Hidalgo!... — ¡Viiiivaaaa! -repitió emocionada la multitud.
— ¡Viva Morelos!... — ¡Viiiivaaaaaaa! — ¡Viva Allende!...
—¡Viiiivaaaaaaa! -repitió el gentío.
— ¡Viva Doña Josefa Ortiz de Domínguez! — ¡Vivaaaaaaa!
El munícipe al ver lo anterior, emprendió presuroso la carrera hacia el
balcón, llegando hasta el maestro de ceremonias que continuaba: — ¡Vivan los
héroes que nos dieron patria y libertad! — ¡Viiiivaaaaaaa!
Sofocado llegó corriendo el presidente municipal junto al maestro de
ceremonias, reclamándole:
— ¡Hijo de la tiznada!... ¡YA NO
ME DEJASTE NI UNO!
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