Viernes 25 de junio de 2021
EN LAS
NUBES
Con la
verdad nos apabullan
Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
Nos
gratifica cuando gente calificada, escritores, nos participan de su quehacer
literario. Cuando nos critican o nos ponderan, aprendemos.
Hoy,
dos de ellos, doña Gaby Vargas y José Antonio Aspiros Villagómez, y anteayer
Teresa Gil, con quienes coincidimos nos comparten sus experiencias en el arte
de escribir y describir sus conocimientos.
Y
nosotros con integridad los compartimos con humildad.
Primero
ella. Y para concluir, él.
“Ese
poder de elegir –privilegio de los seres humanos– es capaz de crear milagros.
No es necesario enfadarnos o discutir con alguien para propiciar un tropiezo;
basta traer a la memoria un momento de plenitud o resentimiento, para que
nuestra energía cambie radicalmente.
No
cabe duda que cada paso, cada iniciativa, cada decisión es una aventura en la
que somos la fuerza creativa de aquello que amamos o soñamos hacer.
En
ese camino todo se imbuye de la energía con la que hacemos las cosas.
Necesitamos
hacer del pensar y sentir con certeza, amor, entusiasmo por la vida y por lo
que hacemos, un hábito, para que el mundo así nos lo regrese.
La
escritora, en todo el sentido de la palabra, nos apabulla con su lúcido pensamiento.
Ella Gaby Vargas escribe y nosotros
compartimos la profundidad y claridad de sus conceptos.
Hace
un tiempo discutía enfadada con una de mis hijas, mientras bajaba las escaleras
empedradas de una vieja hacienda en el estado de Yucatán. En uno de los
escalones pisé en falso y me torcí el pie. El accidente, claro, no fue
casualidad, lo causó mi estado de desarmonía y el hecho de no estar presente en
mis acciones.
Así
de simple, estamos en un universo en el cual todo es vibración, nos regimos por
el principio según el cual vibramos lo que somos y atraemos aquello que
vibramos. Es posible que nadie, además de nosotros, detecte nuestra desarmonía
interna, lo que no nos exenta de las consecuencias.
Es
un hecho que nuestra frecuencia vibratoria puede cambiar durante la rutina
diaria de acuerdo con el estado de ánimo, las horas de sueño, el estado de
salud y demás. Sin embargo, para que algo se exprese se necesitan dos cosas: el
sentir y el pensar, que representan las fuerzas creadoras, como lo son lo femenino
y lo masculino. Juntos crean un campo electromagnético que transmite
información que el universo replica como un eco.
Vivimos,
experimentamos el sentir de nuestro pensar. Te invito a observar, por ejemplo,
al quejoso a quien todos rehúyen, al optimista que emprende proyectos con
éxito, al hipocondriaco cuyo tema constante de conversación son sus achaques,
al temeroso al que muerde un perro y le pican los moscos cuando a nadie más le
sucede, al que deambula por el mundo en modo “víctima” y claro, siempre le va
mal, o bien a quien, con una actitud positiva hacia la vida, cumple los noventa
años rodeado del amor de su familia. Esto como todo en la vida, es un tema
energético.
Todos
enfrentamos desafíos, nadie se salva. Sin embargo, cualquier reto lo podemos
vivir desde la resistencia, el temor, el rechazo, la aceptación o la
conciencia. El resultado, en cada caso, será diferente. ¿El obstáculo a vencer?
La duda, esa asaltante que, como serpiente maligna, se desliza sigilosa para
quitarnos la armonía y aniquilar cualquier sueño. Su manera de expresarse en
nuestra vida es mediante los tropiezos, la enfermedad, la “mala suerte”, las
desavenencias y demás.
En
cambio, cuando el poder del amor, la certeza, la inspiración, el entusiasmo
(Entheos, En + theos o “dios dentro”) nos habitan, nuestra energía es
brillante, expansiva y luminosa. Por ende, los asuntos, las relaciones, la
salud, los proyectos fluyen y se dan, como si un dios, en un rapto divino,
tomara el mando de nuestra vida.
Hoy,
el mundo, como es posible constatar, obedece no sólo a leyes lineales y
replicables, como antaño se creía.
Como
especie, vivimos un cambio crucial de conciencia, incluso hasta de era.
Es
por eso que emocionan estos tiempos en que la ciencia se abre a la comprensión
de la relación que hay entre nuestra biología, espiritualidad y actividad
neurológica; tal como lo demuestra la debilitación de nuestro sistema
inmunológico cuando el temor nos secuestra”.
Nos dice don José
Antonio sobre los intelectuales que escribió otra escritora, doña Teresa Gil:
“Estimado amigo:
“Mi reconocimiento para
doña Teresa Gil por estos conceptos y reclamos.
Ya antes he leído otros
artículos suyos y me gusta su tratamiento.
Esta vez me recordó que
si bien los periodistas no somos necesariamente intelectuales, nuestro trabajo
sí lo es.
Parece un
contrasentido, pero tiene que ver con el tipo de quehacer profesional que elija
cada uno y la manera como aprovechen lo que el pueblo gastó en su capacitación,
quienes la hayan logrado en las aulas de universidades públicas.
En mi caso no fue
"el pueblo", sino mi abuelita quien pagó las primeras colegiaturas, y
luego yo mismo al trabajar en una cocina de hospital y en un banco, para cubrir
el resto de mi carrera.
En mi capacitación y especialización
posteriores sí tuvo que ver "el pueblo", pues fue en instituciones
públicas y organismos gremiales.
Desde luego, no tengo
el tamaño intelectual de esos personajes de derecha a los que alude doña Tere
Gil; no llego ni a las ligas menores.
Ella, en cambio, si
tiene nivel, lo demuestra en sus textos y eso le da autoridad para hacer sus
comentarios. Salud”.
Añadiríamos nosotros a
la gentil Gaby Vargas con el texto que hoy publicamos y aún no lee el maestro
Aspiros Villagómez.
craveloygalindo@gmail.com
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