Martes 27 de abril de 2021
EL FILÓSOFO DE
GÜÉMEZ
¡EN LO QUE NO
SABE!
Por Ramón Durón Ruíz (†)
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Graham Greene, sentencia: “El mejor olor,
el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños” en México celebramos el Día del niño el 30 de abril, en Bélgica
lo hacen el 14 de abril, en Brasil el 12 de octubre, en Chile el segundo
domingo de agosto, en Rumania el 1 de junio.
Existen
fechas y modos distintos para la celebración de un día tan importante en el
calendario cívico, el viejo Filósofo de Güémez lo hace a su manera y
aprovechando la fecha para hacer una reflexión en voz alta en torno al tema.
Será porque en los niños encuentro
una gran escuela de vida que me deja múltiples lecciones, entre otras:
§
A
un niño no le faltan motivos para
ser feliz, le sobran argumentos para estar alegre y sonreír.
§
Su
mundo no se mueve en la angustia y los sinsabores de la prisa, sino en la magia
que provee el amor.
§
Un niño no encuentra un
sólo pretexto para el desánimo.
§
Un niño viven cada
instante de su vida a plenitud, haciendo las mediocridades a un lado.
§
Un niño no avanza
desacreditando a nadie, mucho menos apropiándose de méritos ajenos.
§
Un niño sabe reír de la
vida y con la vida, reír de sus éxitos y sus errores.
§
Un niño hace que con su
visión positiva de la vida, cada instante valga la pena.
§
Un niño sana con
facilidad alquímica, porque su vida se fundamenta en el amor, en una autoestima
elevada y un auto aceptación incondicional.
§
Un niño jamás
desaprovecha oportunidad alguna para ser feliz.
§
Un niño experimenta a
cada instante la envidiable sensación de una sonrisa, que lo convierte en un
haz de luz en la tierra.
§
Un niño no engaña a nadie
con emociones escondidas, trasluciendo una vida llena de autenticidad y
congruencia.
§
Un niño no depende del
status social o económico para gozar cada instante de la vida.
§
Un niño es sembrador neto
de amigos.
§
Un niño con los juegos de
vida que practica, es contagiador natural de felicidad.
§
Un niño –a pesar de su corta edad– es un gigante a
quien le llegó la iluminación, porque vive una dimensión elevada, Dios utiliza
a los niños como ejemplo para que
sean una escuela que nos invita a vivir siguiendo sus enseñanzas y descubrir
los cientos de milagros que la vida tiene especialmente para cada uno de
nosotros.
§
A
un niño no le falta nada para ser
pleno, goza lo que es y como es, disfruta lo que tiene. Jamás sufre con
problemas imaginarios.
§
Un niño, a pesar de
miserias, penurias, hambres, abandonos, dolor, enfermedad, tiene la
extraordinaria capacidad de ver la vida a través del cristal del optimismo.
Los
niños pareciese que son ángeles, que
en su alegría, sostienen una conversación secreta con Dios.
Lo
del niño me recuerda cuando en la
escuela de Güémez dos niños jugaban,
uno le dice al otro:
––
A ver, baila el trompo.
––
No sabo –le contesta el otro.
––
No se dice no sabo –responde el primero–, se dice no sepo.
La
maestra Ergasia que curiosamente escuchaba la conversación de los niños, les dice:
––
No se dice no sabo, ni no sepo.
––
Entonces, ¿cómo se dice, maestra? –preguntan los niños.
––
¡No sé! –contesta amablemente la profesora.
A
lo que los niños le dicen:
––
Entonces, porque se mete… ¡EN LO QUE NO
SABE!
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