Miércoles 6 de enero de 2021
6 de enero de 2021
EN LAS
NUBES
Nos
visitaron los magos
Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
Espléndido
presente.
Díganos
si no tenemos razón, al conocer el obsequio.
|
|
|
|
|
“Estimado
amigo:
Como
ya casi en el día de reyes, tratas sobre el ya pasado día de los inocentes,
mejor me remito a algo más antiguo, que escribí hace cuatro años y seguramente
lo recibiste en su momento. Es a propósito de la serie 'Mis bendiciones' que
envías actualmente por entregas y lo escribí con mucho afecto, pero también con
la mayor honestidad:
Termina el año con las
bendiciones de Don Carlos
José Antonio Aspiros
Villagómez
26 de diciembre de 2016
Nada
mejor que terminar un año e iniciar el siguiente, llenos de bendiciones. Porque
así, Mis bendiciones, se llama uno de los varios libros
publicados por el periodista Carlos Ravelo y Galindo, y que, como los demás
suyos, medio despista al lector con el título.
Porque Mis
bendiciones (Club Primera Plana, 2010) trata sobre periodistas;
‘Introducción a la gramática periodística’ se refiere al humorismo del
mexicano, los epigramistas famosos y a personajes de la cultura, y ‘Pláticas
sobre periodismo’ contiene una muy amena y docta crónica de viajes que hizo el
autor, además de su magistral reseña que mereció las ocho columnas en el
diario Excélsior, sobre una fuga famosa en Lecumberri: la de
Fidel Corvera Ríos, de la que en este diciembre se cumplieron 54 años.
Pero,
creyente él, Ravelo bendice en cada capítulo: a quienes nunca le dicen “ya has
repetido la misma historia dos veces”, o comprenden que sus oídos ya no
trabajan igual, por qué sus ojos están empañados, o disimulan cuando derrama el
café o comete un error, y entienden su torpe caminar y la poca firmeza de su
pulso.
“Benditos
los que quieren que me muera… pero no les hago caso”, dice el autor, quien
también tiene bendiciones para aquellos que son humildes “no obstante su
inteligencia y cultura”, para los que “saben despertar recuerdos de un pasado
feliz”, y, en fin, “benditos todos, buenos y malos”.
Se
trata de un libro con experiencias propias y de sus colegas, a cual más
valiosas para la historia del periodismo. Por ejemplo, atribuye a Víctor
Velarde haber “inventado” los acrónimos, menciona los estilos barroco y
sencillo de redactar, y los tan frecuentes gazapos.
Cuenta
el episodio de cuando su amigo, el gobernador del Estado de México, Carlos Hank
González, regaló terrenos a los miembros del entonces elitista Club Primera
Plana, y protesta porque en la galería de presidentes de ese organismo gremial,
falta el retrato de uno de ellos, Fausto Fernández Ponte.
Y
así por el estilo, incluida la transcripción de un editorial sin verbos escrito
por Luis Vega y Monroy, mientras que sus Pláticas sobre periodismo (Club
Primera Plana, 1994), son más bien relatos de un periodista -él- sobre sus
viajes remotos a, por ejemplo, Transilvania y el castillo de Drácula, y cómo
era aquella Rumania comunista con su muy rígido protocolo frente al presidente
Ceaucescu, y cómo ese gobierno estimulaba la fecundidad de las parejas y fomentaba
el desarrollo industrial en las provincias.
Se
refiere también a la extinta URSS, y a China, donde entonces no había
atractivos turísticos, más allá de la muralla que, dice, alguien llamó en ese
viaje “el primer eje vial”. Menciona con amenidad otros lejanos sitios
visitados en su condición de reportero.
Quién
sabe por qué, Introducción a la gramática periodística (Club
Primera Plana, 2008) se llame así. Tal vez por su noveno y último capítulo, con
“algunas reglas para mejorar la ortografía”, incluida la ya conocida aversión
del maestro Ravelo al gerundio, del cual menciona que “saber usarlo es de
sabios”, y recomienda “respetarlo porque, en muchos casos, destruye la prosa”.
Pero,
más afín a su contenido, es el subtítulo ‘El despiporre intelectual’, ya que su
prólogo anuncia -y se cumple bien- que “Elmer Homero, seudónimo humorístico del
poeta Rodolfo Coronado, nos entrega con este libro una de las antologías mejor
logradas sobre el humorismo mexicano desde la Colonia hasta nuestros días”.
Humorismo
y tragedia, diríamos como añadido, porque en estas páginas se comenta que la
risa del mexicano es mueca amarga, máscara tragicómica, y alude a un trauma
histórico que lleva a tener simpatía por los vencidos, como una expresión
propia de ese sentimiento derrotista muy de nosotros.
La
parte jocosa está en la presentación de diversos epigramas y los juicios acerca
de ellos, de autores como Luis Vega y Monroy, Francisco Liguori y José Paniagua
Arredondo, acerca de presidentes, políticos y figuras públicas del momento, así
como “los impublicables” en la prensa por su doble sentido, de esos autores y
otros como Renato Leduc, Campos Díaz y Sánchez, Tomás Perrín y varios más,
sobre actrices e incluso colegas de ellos, como Salvador Novo y Octavio Paz, de
quienes ponen en evidencia sus debilidades personales.
Buena
lectura la de estos tres libros, explicados aquí con la brevedad obligada de un
artículo periodístico. Gracias por ellos (y sus respectivas dedicatorias), al
amigo Carlos Ravelo y Galindo.
Un
amigo te escucha sin decir que lo necesitas, respondemos al colega y amigo de
siempre.
craveloygalindo@gmail.com
0 Comentarios