Lunes 25 de enero de 2021
NO SOMOS
DELINCUENTES;
VENIMOS
HUYENDO DE LOS MARAS
Por Lupita Díaz
Luis es un joven de 26 años de
nacionalidad hondureña, que se vio obligado por la situación de inseguridad que vive su país a migrar a esta
zona fronteriza con el objetivo de cruzar a los Estados Unidos; acompañado de su
joven esposa y sus dos niñas, Luis viajó por autobús hasta esta frontera y llegó
en el 2019, desde entonces viven en el campamento de migrantes ubicado en el
Bordo del Rio Bravo.
De complexión delgada, aperlado, de
cabello corto ondulado, cubierto por su cubre bocas Luis nos acompañó a hacer
un recorrido por el campamento mientras nos aclaraba, “no somos delincuentes, no venimos a
robar ni a integrarnos con la delincuencia, la gran mayoría somos gente de bien, muy humildes, con muchas
necesidades, pero somos gente con ganas de trabajar, con la esperanza de que
nuestro caso sea aprobado por el gobierno de los Estados Unidos y poder iniciar
una nueva vida con tranquilidad; no creemos que nos vamos a hacer ricos, mucho
menos millonarios, solo buscamos la paz, la tranquilidad y sobre todo la
seguridad para nuestras familias”.
Venimos huyendo de los Maras, de la
inseguridad y las amenazas que recibimos de ellos, lo que no nos permite vivir
en paz, ni siquiera pagar nuestros gastos mucho menos hacer un ahorro. Ellos te exigen que pagues cuota por todo y
si no lo haces tu vida y la de tu familia corre peligro, confesó con tono
triste y preocupado.
Luis nos compartió que en Honduras trabajaba
en un puesto de billetes de lotería y con las ganancias que generaba podía de
forma sencilla mantener a su familia, sin embargo, los Maras le obligaban a
pagar cuotas muy altas, “te exigen que pagues más de lo que ganas y si no pagas
te castigan a golpes, te obligan a tablazos a pagar más de lo que obtienes,
tienes que pedir prestado, trabajar doble jornada, muchos hondureños han pagado
con sus vidas al no poder realizar la paga”.
El joven hondureño, quien nos pidió
que no diéramos a conocer su nombre o le tomáramos fotos, nos dijo que cuando
vivía en Honduras, estuvo pagando sus “impuestos” puntualmente, hasta que ya le
fue imposible juntar el dinero exigido, la primera vez que no logró reunir la
cuota fue tableado, por un grupo de Maras, ensangrentado y lleno de moretones
llegó a su casa, donde sus pequeñas y su esposa lo vieron aterradas. Con tamaña golpiza no pudo trabajar por
algunos días, provocando que se retrasara en conseguir ganancias para realizar
el pago de la cuota.
Al poco tiempo le subieron los”
impuestos” y fue más difícil completar para pagar la renta luz, agua, comida,
intentó esconderse de ellos pero eso fue imposible, Luis y su joven familia se
cambiaron de ciudad pero hasta allá fueron localizados y cuando lo encontraron le
fue peor, le dispararon en varias ocasiones, las balas rasgaron la piel de sus
brazos y penetraron en su tórax, Luis tuvo que correr por su vida, su cuerpo
joven y delgado le ayudó a salir con vida de tan peligrosa situación que
parecía una escena de película de acción “holliwudense”.
“En casa desde que eres pequeño tus
padres te enseñan lecciones muy duras de sobrevivencia, te dicen que situaciones
de peligro no debes permitir que te gane el miedo y te deje paralizado, te
enseñan a que tienes por sobre todas las cosas correr por tu vida, ser más rápido,
más listo que ellos y al mismo tiempo que corres debes tapar las heridas con
tus dedos, para evitar desangrarte y lograr llegar a donde te puedan dar
auxilio.”
Cuando me dispararon iba corriendo
tan rápido como podía, escuchaba las balas que pasaban cerca de mi cabeza,
algunas rozaron mis brazos y otras entraron en mi panza, yo solo sentía en esos
momentos lo caliente, como que me quemaban, veía y sentía como escurría la
sangre y me metí los dedos en donde entraron las balas en mi panza, logré
ganarle la carrera al Mara que me perseguía y llegué a casa de un tío que me
auxilió y me llevó a una clínica donde me operaron y me salvaron la vida” se
levantó la camiseta para mostrarnos las heridas y darle sustento a su historia
que pudo haber sido inventada, las cicatrices que le dejaron las balas y las
operaciones ya son parte de su cuerpo y parte de la peligrosa película donde
fue el protagonista principal.
Por ser educado y acomedido Luis se
ha Ganado la confianza de la Hermana Norma y se ha convertido en su “asistente”
el solo se ha adjudicado la comisión de sacar las basuras del campamento y
mantenerlo limpio, asear la capilla y ayudar a la hermana en los menesteres que
le ocupe, también funge a veces como “secretario particular”, los habitantes del
campamento se acercan a él para pedirle que le pase algún recado a la hermana Norma
o preguntarle en que momento estará desocupada, para ellos abordarla.
Al final del recorrido en el extremo norte de una de las calles del
campamento le cuestioné que esperaba de la vida, mirando melancólico hacia la malla ciclónica
que delimita el campamento y que permite ver, no tan lejos el arco del Puente
Nuevo, la fila de carros, que se dirigen hacia los Estados Unidos y la toma de
agua en Brownsville de TSC, de forma por demás madura para su edad respondió
contundentemente: “espero que mi expediente sea aprobado, espero poder llevar a
mi esposa e hijas a vivir a un lugar donde podamos sentirnos en paz y seguros,
donde pienso trabajar de lo que sea, sacando basuras, limpiando casas, patios,
lo que sea, lo que más quiero es trabajar de forma honrada y lo que menos miedo
me da es el trabajo”.
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