Martes 26 de enero de 2021
Hablemos con
alegría
Carlos
Ravelo Galindo, afirma:
Sí,
con alegría recemos por los enfermos. Por todos.
Rusia
Mc Gregor González, atinada como siempre nos apoya: Recemos Carlos
querido. Con mucha, mucha, alegría, frente al mal.
Y sobre nuestra profesión de reporteros,
confirma:
“Y
sí... estamos atornillados a la máquina.
¡Aleluya!
De
otra forma, cómo podríamos llegar a los lectores ávidos de buen periodismo e
investigación.
No
todos los que escriben tienen el don de hacer llegar a quienes gustan de la
lectura, sea cual fuere su tema, información real, sin componendas”.
Nuestra
respuesta muy cordial.
Nuestros
amigos son, han sido y será, amén de buenos escritores. Y muchos, maestros de
todos.
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Y
aquí con algunos ejemplos lo demostramos.
La
arquitecta Yolanda Gómez Covián, nos envía lo que su mamá les recitaba de
Francisco Luis Bernárdez.
Lo
prometido es deuda. Este es el Poema que te platiqué. Mi Mamá nos lo
recitó varias veces. Un beso. Yolis.
Si
para recobrar lo recobrado
Debí
perder primero lo perdido,
Si
para conseguir lo conseguido
Tuve
que soportar lo soportado,
Si
para estar ahora enamorado
Fue
menester haber estado herido,
Tengo
por bien sufrido lo sufrido,
Tengo
por bien llorado lo llorado.
Porque
después de todo he comprobado
Que
no se goza bien de lo gozado
Sino
después de haberlo padecido.
Porque
después de todo he comprendido
Que
lo que el árbol tiene de florido
Vive
de lo que tiene sepultado.
Y
de doña Rosa María Campos su bendita primavera. Nos falta poco.
Primavera llegas tú y Gea reverdece; como los
viejos y nuevos amores. La fertilidad
esta radiante, manifiesta y la devoción se desborda en rituales, danzas, coros,
música, quema de incienso. ¡Bienvenida bendita primavera!
Queridos
amigos mayorcitos llegó la primavera y
con ella el rejuvenecimiento, la renovación, la resurrección, el nuevo
crecimiento: ¡Recibamos el amanecer del año con baños de flores en el mar,
ríos, manantiales! El calendario maya incluía el equinoccio de
primavera durante el mes de las flores, tozoztontli, que estaba dedicado a la
diosa madre, Coatlicue en cuyo honor, entre el 14 de marzo y el 2 de abril se
realizaban numerosos rituales que consistían en: danzas, coros, música, quema
de incienso, baños purificadores y ayuno, para ser bendecidos durante todo el
año.
En
Europa los antiguos imperios del Mediterráneo heredaron, de los egipcios,
asirios y sumerios, la costumbre de honrar, durante el mes de marzo, a sus
dioses muertos y resucitados, con diferentes tipos de rituales y festividades,
para que a su vez ellos estuvieran pendientes de su salud y buena fortuna.
En
Grecia al finalizar un año y al inicio de otro, organizaban grandes bacanales
en honor de Dioniso dios del vino y de Baco, dios de la alegría.
Sus sacerdotes y sacerdotisas se entregaban a
bailes desenfrenados, a una música enloquecedora y a la ingestión de vino hasta
alcanzar el éxtasis, pero a partir del 15 al 25 de marzo ayunaban, para
purificar el cuerpo y el espíritu y congraciarse, con sus dioses.
En
el oriente la gran limpieza anual o la Acción de Limpieza de Primavera, es
tradición oriental para terminar un año
y abrir otro,con energía fresca y
renovada.
Esta limpieza o Li chun, deshace la mala suerte y acerca
buenas oportunidades, el resto del año.
Quienes
no cumplan con este ritual primaveral se sentirán apáticos y emocionalmente
desordenados, durante el resto del año.
Y
nuestro desaparecido amigo don Octavio Raziel García, desde el cielo, en donde
está, nos habla de la Muerte de Alberto:
Alberto
murió a los 77 años, tal como estaba escrito en sus juegos infantiles. Hubiera
querido fuera mirando al mar, conociendo la armonía que éste representa.
Paseando
por las arenas de aquel que lanzó olas de 30 metros sobre pueblos ribereños y
al otro día, calmo, mustio, olvidó a los que ahogó.
Caminó
arrojando sus culpas al mar, para que fueran esas aguas las que lavaren su
pasado.
Antes
de partir, Alberto se reunió en la playa con Ana Laura. La encontró mirando
hacia esa enorme masa de agua. Desde el lugar donde estaba, sólo veía esa
espalda que mostraba el cobrizo del sol, el brillo del sudor y los pequeños
granos de arena, como diminutos diamantes que relumbraran a contraluz.
Se
acercó y la abrazó; ella no volteó; un leve temblor de su piel fue la respuesta
a la cercanía de su alma gemela. Pareciera que las dos auras se hubieran
reconocido y simplemente se fundieran.
Miraba hacia el final del océano.
Alberto deseaba, con Ana Laura, irse hundiendo en esas aguas cristalinas,
mientras escuchaba los acordes del “Dios nunca muere” y de “A mi manera”.
El
escritor decía que si tuviera que escoger entre los cementerios que conocía,
optaría por el mar en sí mismo que es el que más horizontes abarca.
Así,
Alberto, después de muerto, navegará junto con los obscuros e invisibles
navegantes cuyo espíritu flota sobre las aguas.
Navegar
junto a los náufragos cuyas almas el mar ha tragado.
Junto con él murió Laura, su compañera
de vivencias.
¿Sería
porque ella fue un fantasma que existió, junto con Alberto, sólo en la mente
del escritor?
craveloygalindo@gmail.com
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