Jueves 10 de diciembre
10 de diciembre de 2020
EN LAS NUBES
Humildad que enaltece. Ejemplo a seguir
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Con orgullo presumimos de nuestros lectores y
amigos. No podemos aplazar esta probidad que nos explica con pulcritud el
embajador Antonio Pérez Moreno.
Y nosotros calificamos de humildad que enaltece. Y
ejemplo a seguir.
Díganos si no tenemos razón.
“Estimado amigo Carlos Ravelo y Galindo.
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“Como todos los días nos deleitamos con
sus artículos, que en esta ocasión tocó publicar el del embajador eminente
Jorge Castro-Valle, quien nos ilustra sobre nuestra representación diplomática
en Berlín, Alemania.
“Le agradezco la introducción en la que
se refiere a su servidor:
"Y nada menos que el
embajador Jorge Castro Valle Kuehne le concede el honor a su colega
emérito Antonio Pérez Manzano darnos a conocer su plática."
“No es por falsa modestia que me
permito aclarar que yo apenas alcancé el grado de "embajador de tercera",
lo cual he explicado en el artículo titulado: "A quien pueda Interesar.
Embajador de Tercera", publicado en la revista ADE el 8 de mayo del
presente año, que compartí con usted y demás amigos y lectores, que anexo al
presente.
De todas maneras, agradezco la
distinción que me hace.
Reciba mi renovado reconocimiento por
la labor informativa que realiza sin descanso, para bien de todos.
En cierta ocasión un alumno
Universitario me preguntó:
¿Qué clase de embajador es usted?
Yo respondí: Soy embajador
de México de tercera clase y
estoy jubilado.
Un abrazo, Antonio Pérez Manzano”
En el Servicio Exterior Mexicano entre los
embajadores hay varias clases o categorías:
Para ilustrar lo
anterior, comparto una anécdota: Hace poco tiempo me reuní con unos compañeros
del Servicio Exterior Mexicano (SEM), con quienes pasamos un rato agradable y
hablar de lo bueno y lo no tan bueno de nuestra vida en el campo profesional;
así como sobre la situación de jubilados, en la que ahora nos encontramos y disfrutamos
después de décadas de servicio.
Entre
las cosas de las que comentamos salió el caso de un colega que “se decía
embajador” y uno de los contertulios le preguntaba: ¿fuiste embajador? ¿Ante
quién presentaste cartas credenciales?
Dichas interrogantes dieron paso a una serie de
comentarios en torno a nuestras carreras.
Desde luego, aunque a mí no me lanzaron directamente
la pregunta sobre: ¿por qué me llamo “embajador” sin haber presentado
credenciales que me acreditaran con tal categoría ante algún Jefe de Estado?,
sentí que me aludían en algo de lo que me he sentido muy orgulloso, como es
haber logrado con base en estudios, preparación, capacitación y méritos en el
ejercicio de la profesión, los ascensos necesarios por medio de concursos
públicos -para llegado el momento y de acuerdo con la Ley del SEM-, recibir el nombramiento de embajador de
México.
Cabe hacer notar que, cuando hablamos de embajador
de carrera, significa que alcanzó ese nivel de acuerdo con sus méritos
reconocidos y compensados con un nombramiento, avanzando escalón por escalón
hasta alcanzar el grado máximo.
Muchos llegamos a la edad de la jubilación sin haber
sido adscritos como jefe de misión a una embajada para representar al Estado
Mexicano, ante el gobierno de otro Estado o bien, para desempeñar las muy
honrosas labores consulares en la categoría más alta, como es la de cónsul
general.
De ese modo, se producen divisiones entre quienes
por diversas razones alcanzan el grado o rango de embajador de carrera. Entre
los compañeros se ha dicho que algunos funcionarios llegaron a esa categoría a
la velocidad de un elevador, subiendo algo así como 20 pisos del edificio donde
despacha el Secretario de Relaciones. Otros –los menos favorecidos-, fueron
subiendo penosamente por la escalera, algunos más nos hicimos viejos en el
camino y nos llegó la edad de la jubilación; ante la cual no hay lucha que
valga, la Ley es tajante: Baja del SEM por jubilación al cumplir 65 años de
edad (recientemente se modificó la Ley y ahora será a los 70 años).
No obstante, como en todo hay excepciones, si “el
dedo del Señor” le concede un nombramiento que lo mantenga en activo no importa
la edad.
Al final del camino, para los efectos de la pensión pareciera
que todos los embajadores somos “iguales”, pero eso no es así, unos son más
iguales que otros, con lo cual se crean cuando menos tres categorías de
embajadores, que en algún momento se podrían equiparar con los máximos
rangos del Ejército Mexicano, como son:
A. General de División (3 estrellas); B. General de Brigada
(Ejército) o General de Ala (Fuerza Aérea) (2 estrellas); C. General Brigadier
(Ejército) o General de Grupo (Fuerza Aérea) (1 estrella).[1]
·
1. En el caso del
Servicio Exterior Mexicano, la primera clase corresponde a los embajadores eméritos
y eminentes, que de acuerdo con la Ley del SEM son:
2. La segunda clase es la de los embajadores que por
recomendación del secretario de relaciones son designados por el presidente de
la República para representar a México ante el gobierno de otro Estado, o bien,
ante un organismo internacional. Esta distinción puede repetirse varias veces,
dependiendo de la edad del funcionario, o del reconocimiento que tenga del mismo
gobierno en turno.
En
esta misma clasificación también se producen ascensos y designaciones en los
mejores puestos dependiendo de méritos, o bien, del grado de conexiones o
amistades a las que el funcionario puede recurrir para apoyarse; lo cual se refleja
en la cantidad de años necesarios para alcanzar el rango máximo de la carrera
diplomática. Como resulta obvio, los aludidos después de haber ingresado por
concurso, no tuvieron volver a presentar exámenes para ascenso.
También existe el lado opuesto, el “canibalismo”,
que se llega a presentar entre los mismos aspirantes, ya sea por la competencia
profesional, por celos o por intereses.
3. La tercera clase de embajadores la representan
los funcionarios que habiendo logrado el ascenso a ministro del SEM por
concurso público, o por nombramiento discrecional del secretario de relaciones
exteriores -pero que llegaron a los 65 años sin que hubiera una plaza de
embajador en algún país que pudiera ocupar-.
En ese caso, pasa irremediablemente a “disfrutar de
los beneficios de la jubilación” y su pensión alcanzará el máximo otorgado en
dicha categoría.
En esa situación fue que, el que esto escribe causó
baja del SEM con la categoría de embajador (de tercera), equiparable a un general
brigadier del Ejército Mexicano, con una estrella. craveloygalindo@gmail.com
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