Por Alejandro Ruíz Robles
Durante nuestra formación, los profesores nos enseñaron
que el círculo de la vida es que los seres vivos “Nacen, crecen, se reproducen
y mueren”, siendo lo único que pudiera no presentarse es que se reprodujeran. En
ese sentido, nos explicaron que a diferencia de otros seres vivos, los seres
racionales éramos los únicos que tenemos el libre albedrío para por si mismos
realizar nuestro destino.
De tal manera que sólo nosotros, somos capaces de darle
un significado a nuestro actuar; es decir, tenemos la oportunidad de trascender
en nuestro medio.
La manera en que trascendemos puede ser o no planeada,
resultar caprichosa o simplemente darse para los terceros sin que realmente hayamos
sido conscientes de que lo hicimos o lo que represento.
Es decir, las personas somos los únicos que podemos
realizar nuestros sueños y sus resultados podremos o no considerarlos; asimismo
habrá un mundo que pueda calificarlos e incluso, resultar beneficiado o
perjudicado, según sea el caso.
¿Quién piensa en ti?
En nuestra vida muy a menudo nos preguntamos ¿qué
queremos?, ¿quiénes somos?, ¿a quien importamos?, entre un sin número de
cuestionamientos que conforme los respondemos, vamos contando con elementos en
la toma de nuestras decisiones.
En este sentido y por las condiciones del mundo en que
vivimos, nuestro actuar, sea consciente o no, importa a terceros; de tal modo
que por más aislados que consideremos estar, siempre habrá alguien a quien le interesemos.
Por ello, es que resulta siempre valioso tener en
cuenta a quien afectan nuestras acciones u omisiones.
“La Vida es …”
Si pretendiéramos encontrar
un significado de la vida no habría nada mejor que ponerle ritmo y pensar que
“La Vida es un Carnaval” o “La Vida es una Tómbola”, entre miles de letras
musicales. Sin embargo, resulta que el verdadero significado de la vida es el
que cada uno le quiere dar y sobre todo, la manera en que quiere disfrutarla. Es
decir, con o sin letra, el ritmo de la vida lo pone cada uno y la
división y la cadencia de las estrofas se establecen en la forma en que se
quiera vivir.
Lo que si es seguro es que la
vida hasta donde tenemos un real conocimiento es sólo una y de nosotros depende
disfrutarla a plenitud.
El que derivado de nuestras
acciones u omisiones haya personas que puedan ser beneficiadas o perjudicadas
puede no depender de nosotros; pero lo qué si es importante, es tratar de
actuar conforme a lo que creemos, valoramos y vivimos.
Una de las grandes ventajas que tenemos en nuestra
vida es permitir que otros entren en ella y compartan lo que somos y lo que
hacemos. Si bien nacemos en un entorno y podemos hacernos en él mismo, siempre
tendremos la opción de escoger el ambiente y a nuestros acompañantes.
Es decir, si nuestra vida fuera un avión,
sabríamos que en todo momento tenemos la opción de escoger al copiloto y a los pasajeros
para cada escala y es también una opción de ellos, querer compartir nuestro
viaje.
El destino que le des a tu vida depende de tus
valores, convicciones y metas pero lo verdaderamente importante es saber con
quién compartes.
Entre Coincidencias y “Diosidencias”.
La vida es tan sorprendente que por más que
pretendas encontrar lógica en ella, siempre te pone a personas o en
circunstancias que jamás imaginaste. Lo puedes considerar como parte del
complot que el universo hace a tu persona o como una intervención divina.
Lo cierto es que las cosas suceden y usualmente,
tú tienes la opción de cómo actuar sin importar la explicación que le des.
La vida es mágica y te presenta las oportunidades
de miles de formas; a veces van desde una situación desafortunada, un resultado
planeado o simplemente, una acción espontánea. La cualidad para encontrar
la magia en la vida es siempre estar con los ojos abiertos, aprender a descifrar
el momento adecuado y actuar de acuerdo a quién eres.
La Suma de Todo
La Vida se Vive de ahí que su importancia para
nosotros es como la hayamos disfrutado y con quien la hayamos compartido.
Normalmente, nunca estará en nuestra mano percibir
a plenitud la importancia de nuestras acciones para terceros; de hecho, en el
mejor de los casos tendremos referencias mediatas o inmediatas de ellas.
Lo que realmente puede ser un indicador de nuestro
desempeño es la reacción de las personas; un agradecimiento de a quien atendemos,
una sonrisa de a quien damos el paso o una simple palmada por alguna acción
realizada.
Al final de nuestro día como de nuestra vida,
siempre tendremos la posibilidad de evaluar parcial o totalmente lo que hicimos
y si bien, sería lógico pensar en la acumulación de satisfactores materiales
para entender el éxito alcanzado, serán nuestras percepciones de los
sentimientos despertados en otros lo que generará la satisfacción de nuestro
andar.
¡Hoy!, ¡Ahora!
Actualmente y como la realidad nos ha sorprendido,
resulta lógico suponer que todo es negativo y cuestionar si lo merecemos o no. Hablar
de los motivos o tratar de esgrimir argumentos está demás. Lo que vale la
pena es saber que tenemos vida y la actitud y condiciones para afrontar este
reto.
Es tiempo de hacer un recuento de los daños y de
ahí, calificar por nosotros si los logros obtenidos son acordes a nuestras
pretensiones, sentimientos, razones, condiciones, valores.
Es válido responder todos los cuestionamientos
personales y profesionales que tengamos, desde el ¿quién soy? hasta el ¿A dónde
voy?; pero lo más importante quizás sea: ¿con quién voy? y ¿a cuantas almas
tocaré con mis acciones?
¡Ser y Trascender!
Ya estamos en este mundo, rodeados de todos los
acontecimientos que pueden o no marcar nuestra vida pero es tiempo de actuar
y decidir … ¿qué haré yo por hacer mejor mi entorno?, ¿qué aportó en la vida de
los demás?, ¿cómo puedo ser un mejor ciudadano mexicano?
¡Recuerda que la mejor forma que de ser es vivir
de acuerdo a tus valores, sentimientos y razones!
Por las almas que toques … ¡Tu esencia como
persona trascenderá!
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