-La ira debe exteriorizarse
-No puede haber prudencia con ego
-Justo y necesario buen deseo, pero….
POR considerarlo de
interés general, abordaremos un tema plasmado En las Nubes cuyo autor es al
decano del periodismo nacional, don CARLOS RAVELO GALINDO.
Afirma en su texto
publicado el 20 de enero del año en curso: Ante tantos reclamos escritos, un
pensamiento de Séneca. Nos confirma que es mejor prudencia que ira. Y lo
externamos literalmente.
“El iracundo o el ser
colmado de ira, cólera u odio que, incapaz ya de contenerse, estalla y expresa
sus sentimientos sin prudencia, puede ser ridiculizado fácilmente.
Pero también puede ser
digno de compasión.
Cómo es que ha logrado
contener su ira, alimentarla, ocultarla, para que, en un momento de descontrol,
patee una pared, dé un manotazo en la mesa, destripe un perro o agreda a otra
persona.
Aquí la ira se transforma
en gesto, en teatralidad profunda y, de alguna forma, se suaviza después de ese
repentino y necesario desahogo”.
Pero…¿quién es Séneca, qué
es la ira y qué es la prudencia?
LUCIO ANNEO SÉNECA, fue un
filósofo estoicista de gran notoriedad durante el imperio romano que demostró
mayor interés por la ética y la psicología, especialmente por los efectos de la
emocionalidad excesiva, lo cual plasmó en sus obras en verso y prosa. La
filosofía estoicista se basa en el dominio de las pasiones y de una vida basada
en buscar la felicidad.
La IRA es una conjunción
de sentimientos negativos que genera enojo e indignación. La psicología
recomienda exteriorizar la ira de alguna manera, para evitar que ésta devenga
en enfermedad. También, la ira es considerada en el catolicismo como uno de los
siete pecados capitales y es capaz de llevar a un individuo al suicidio o a la
autoflagelación.
La PRUDENCIA es la virtud
de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, respetando los sentimientos,
la vida y las libertades de las demás personas, pero también es la cualidad de
conducirse con un lenguaje claro, cuidadoso y acertado; con sensatez, con
moderación y reflexión.
Antiguamente, los egipcios
solían representar a la prudencia como una serpiente de tres cabezas (de león,
de lobo y de perro). Creían que el individuo debía tener la astucia de las serpientes,
el vigor y la fuerza de los leones, la agilidad y la rapidez de los lobos y la
paciencia propia de los perros.
Y, efectivamente, es muy
ilustrador el pensamiento del filósofo durante el imperio romano.
Sin embargo, ¿quién en su
sano juicio tolera insultos verbales, gesticulaciones o el calificativo de
cobarde sin que lo invada la ira y, en consecuencia, pierda el control? Tal vez
por ello la psicología recomienda exteriorizarla.
Hay quienes tratan de
ocultar la ira, cólera o coraje e intentan camuflajearse con la virtud llamada
prudencia. Nada más apartado de la realidad, cuando, a pesar de la “prudencia y
sabiduría”, se dedican denostar, descalificar y hablar mal del prójimo en un
intento desesperado por encubrir sus acciones deshonestas. El tirar la piedra y
esconder la mano es un añejo recurso que emplean quienes se resisten a dar la
cara y dirimir las diferencias.
Desde otra perspectiva, es
preferible ser iracundo y defender con valentía ideales y posturas que navegar
con bandera de prudente, pero contaminado por la egolatría, el narcisismo y la
hipocresía.
Por cierto, derivado de un
actual problema de corte gremial, han surgido dos opiniones respetables y
respetadas: una, que sugiere la intervención conciliadora de quienes poseen
alta autoridad moral para intentar dirimir la diferencia y, otra, que sostiene
que en esas situaciones no se debe ni se puede intervenir, solo lamentarlo.
Por obvias razones, ante
la polaridad de criterios, es preferible que cada quien saque sus propias
conclusiones.
Al final de En las Nubes
de don CARLOS RAVELO GALINDO un pensamiento que bien vale seguir al pie de la
letra: No olvidemos que el perdón proviene de un temperamento o sustancias
reales, no nada más de un pacto para evitar el daño.
Y subraya:
Vaya.
Para que amigos,
compañeros, colegas, escritores y etcétera nos entiendan:
La amabilidad es un claro
exponente de la madurez y grandeza de espíritu. Y tiene carácter universal.
Esperamos, con la mano
extendida y un abrazo recíproco, la conciliación de nuestros amigos, colegas y
compañeros. Ojalá.
Excelente y sabia
reflexión y deseo del decano del periodismo nacional.
Aunque, tal vez don CARLOS
desconozca que desde hace meses una extremidad superior-por fortuna no
contaminada por el rencor-estaría en esa posición en espera de una actitud
similar.
Y hasta la próxima.
mariodíaz27@prodigy.net.mx
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