No, Teodoro, no te equivoques. Reflexiona y cambia
En vista de que por tu
forma zorruna, marrullera y convenenciera no me brindaste la oportunidad del
derecho de réplica-como era lo justo, equitativo y caballeroso-en la sesión del
consejo directivo de la Fapermex celebrada el 8 de marzo en Culiacán, Sinaloa,
me permito responderte a través de este medio de comunicación. La secuencia de
mi escrito va en paralelo a tu intervención que está videograbada con una
duración aproximada de 15 minutos y que te haré llegar para que luego, como es
tu costumbre, no te deslindes de lo que dices como consecuencia de la senectud.
Ah, y a partir de este
momento, te hablaré de tú y eliminaré el “don” y el “señor” porque para mí ya
no los mereces. En lo sucesivo, como me trates te trataré.
Si realmente “dieras tu
vida por las libertades de prensa y expresión” reprobarías y condenarías las
amenazas de Pablo Rubén a mí persona por el ejercicio de la profesión.
Y, sí. Te señaló a ti y a
Teodoro Raúl como los responsables de ese penoso incidente que nunca antes se
había presentado en los 17 años de constituida la Fapermex, porque nunca le
dieron importancia a un problema interno que se agudizó al paso de los años.
Luego entonces ¿dónde está la unidad que pregonas? ¿dónde está tu capacidad de
liderazgo? ¿dónde está tu capacidad política? ¿dónde está tu capacidad de
negociación? Te recuerdo que en política (y esto es política gremial) nunca
debe haber confrontación, sino negociación.
Respecto a tu relación de
periodistas asesinados-que es tuya, no del “gremio periodístico organizado”-te
vuelvo a repetir: no estoy de acuerdo en la forma que presentas los
comunicados. Para ti cualquier asesinato de periodista es un atentado a la
libertad de prensa y expresión sin que exista algún elemento probatorio. Mi
criterio es que exijas el esclarecimiento del asesinato, como es la obligación
de la autoridad en cualquier homicidio, pero que no afirmes lo que no te
consta. Te recuerdo que es una falta de ética profesional publicar información
no sustentada.
Según tú, la ONG Artículo
19 asegura que la mayoría de los delitos contra periodistas son cometidos por
funcionarios de los tres niveles de gobierno. Verdad a medias, Teodoro. Para tu
conocimiento Artículo 19 tiene registradas poco más de mil 200 agresiones a
periodistas, fíjate bien, agresiones, que incluyen recordatorios maternales,
maltratos y asesinatos. Solo el 20 por ciento corresponde a homicidios de
periodistas.
Afirmas que publicar o
sostener una opinión distinta a la tuya es una traición a la Fapermex. Te lo he
dicho hasta el cansancio, un criterio distinto no debe tomarse como un acto de
insurrección y menos como una traición. Por desgracia, una mente obtusa como la
tuya, como consecuencia natural del paso de los años, piensa, cree o da por
hecho que los seres humanos estamos producidos en serie.
Tampoco te escudes en eso
que dice que “la ropa sucia se lava en casa”. Efectivamente, debiera lavarse en
casa. Sin embargo, zorruno como eres, aprovechas a la perfección ese dicho para
ocultar el desorden que tienes al interior de la casa. La astucia no es
sinónimo de inteligencia.
Refieres que sostuvimos un
par de encuentros en un intento de limar asperezas. Cierto, la primera en el
restaurante Los Limosneros en el Centro Histórico de la ciudad de México y, la
segunda, en el restaurante Los Arcos en San Jerónimo, en el ex Distrito Federal.
Pero ¿qué sucedió? Te lo voy a recordar:
En la primera reunión cuya
cuenta, por cierto, fue pagada por ti y por tu hijo Teodoro Raúl, por fin
confesaste el fondo del enfriamiento de relaciones. Recuerdo perfectamente que
estábamos en la sobremesa, te pusiste de pie, te colocaste tu saco que tenías
en el respaldo de la silla y me dijiste: mira Mario, no me gustó que invitaras
a Tamaulipas a Ricardo Rocha para recibir un galardón. ¿Qué no sabes que Ricardo
Rocha es un pinche burócrata que está encargado del canal de televisión del
Congreso? Mi respuesta en ese entonces: caray don Teodoro, por ahí hubiéramos
comenzado y habríamos evitado que la relación se empantanara.
El acuerdo final que me
propusiste fue: en la siguiente asamblea pide una disculpa, di que te
equivocaste en Ensenada, todos te vamos a aplaudir y asunto arreglado. Mi
respuesta en ese entonces: no don Teodoro, como cree. ¿Disculparme de qué y de
quién?
La reunión finalizó en
armonía, pero sin acuerdos, y me hiciste el favor de llevarme en tu camioneta
Murano color guindo-similar a la mía, por cierto-a la Plaza Garibaldi en donde
me esperaban familiares y amigos.
La segunda, en San
Jerónimo, mutuo amigo de por medio, y cuenta que pagué en reciprocidad. Al
entrar en el tema te pregunté si el distanciamiento tenía su origen en lo
personal o en lo gremial. Argumentas que eres práctico y que por ello me
respondiste que así no nos íbamos a poner de acuerdo y que lo mejor era tomar
decisiones. Propusiste de nueva cuenta que me presentara en la asamblea y
ofreciera una disculpa.
En ese momento recordé un
sabio consejo de mi padre, que en paz descanse: en una discusión es preferible
que haya un necio y no dos. Recuerdo perfectamente que me levanté de mi silla
me dirigí hacia ti, te extendí mi diestra y nos dimos un abrazo entre
caballeros. El amigo mutuo tomó la foto que supuestamente sería “para el
recuerdo”.
Respecto a que hablo con
la cabeza agachada, te recuerdo que soy lector por naturaleza. Sin embargo, si
así lo prefieres, es uno de mis tantos defectos que no afectan mi criterio ni
mis principios. Tu caminas encorvado y no precisamente por la edad y usas el
cinturón por arriba del ombligo. No Teodoro, no utilices argumentos infantiles.
Sin embargo, durante la
asamblea celebrada en la ciudad de Puebla, impositivo y autoritario como eres,
no te gustó mi exposición a pesar de que ofrecí la disculpa que querías, que
hasta este momento no sé ni a quién ni porqué.
Te exhibes tal cual en la
videograbación cuando afirmas que en mi columna Palacio insulté al presidente
municipal de Cuernavaca, hijo de Pablo Rubén. No Teodoro, te equivocas. El
hecho de que tu tengas algún compromiso con el alcalde y defiendas a tu amigo
Pablo Rubén, no justifica que afirmes que mi trabajo periodístico es con el fin
de agredir. Me extraña tu actitud de periodista de altos vuelos que fuiste,
cuando no sabes diferenciar una agresión periodística de un señalamiento de
hechos sucedidos en ese municipio.
Me parece poco varonil de
tu parte cuando refieres favores que hiciste. No Teodoro, los favores no se
refieren, se hacen sin esperar nada a cambio.
Aseguras que me diste la
mano y que me considerabas como parte de tu familia, que me invitaste a tu
casa, que me prestaste a tu chofer, que me avisaste cuando me faltaban
documentos para mi titulación y de mis compañeros y que me ofreciste los
micrófonos de tu estación de radio en Matamoros. Como siempre, verdades a
medias, Teodoro.
Lo que convenencieramente
no dices es que yo también te extendí mi mano. ¿Ya se te olvidó quién te apoyo
para que instalaras tu radiodifusora en Matamoros? ¿Ya se te olvidó quién te
abrió las puertas en el gobierno del estado y te consiguió la audiencia a ti y
a tu hijo Gustavo con el entonces gobernador Eugenio Hernández Flores? ¿Ya se
te olvidó que también tú y parte de tu familia-incluyendo a Fortino (Q.E.P.D.)-estuvieron
en mi casa, a donde se invita solo a los amigos? ¿Ya se te olvidó que tu
sobrino Ricardo ocupó parte de mis oficinas en su misión de conseguir las
mejores cotizaciones para la antena y cabina de tu estación? Caramba Teodoro, o
eres un convenenciero o la senectud te está cobrando la factura.
Mientes cuando dices que
me ofreciste tu radiodifusora. No Teodoro, te recuerdo que lo que tú y yo
acordamos fue un intercambio editorial entre tu estación de radio y mi periódico,
incluyendo el rotativo de mi familiar en la capital del estado. Tu columna
Comentario a Tiempo sería publicada en El Diario de Matamoros y El Gráfico de
Tamaulipas y mi columna Palacio sería difundida en tu empresa radiofónica. Esa
es la realidad Teodoro, no la distorsiones con tus actitudes zorrunas y
marrulleras que llevan como objetivo engañar incautos. Tan es así que tu
sobrino Ricardo, gerente de tu empresa, el día que se terminó el intercambio
editorial me explicó que tales eran las instrucciones del corporativo.
Quiero aclararte que
refiero lo anterior no con el afán de alardear favores prestados como tu
acostumbras. Lo hago para que quienes escucharon tu intervención en la asamblea
y quienes la escucharán a través de la videograbación y este escrito, tengan
elementos de juicio para normar el criterio que mejor les parezca. En ese
tenor, juzga tú la canallada.
En segmento anterior de tu
perorata, dices que ya está cansado de mis críticas y mencionas lo ocurrido en
Ensenada, Baja California. Te ayudaré un poco con tus achaques seniles, Teodoro.
Lo que te molestó en Ensenada durante la Asamblea General Ordinaria es que como
presidente de la Comisión de Vigilancia, Honor y Justicia no aprobé el informe
financiero de tu hijo que era el presidente del consejo directivo. Teodoro, me
considero una persona responsable de mis actos ¿cómo crees que iba a aprobar un
informe financiero si nunca tuve en mis manos un documento contable?
Finalmente, respecto a las
clases de moral y valores que pretendes inculcarme te digo clara y llanamente:
ahórrate tus consejos, no los necesito. Para tu conocimiento, mi padre
(Q.E.P.D.) me enseñó los valores que practico, mismos que he inculcado a mis
tres hijos. Por si no lo sabes, la mayor y la intermedia son licenciadas en
ciencias de la comunicación y el menor, el varón, es licenciado en
administración de empresas. También, te informo que a mis 6.4 décadas de edad
disfruto a plenitud mis cuatro nietos.
Por lo tanto, no te
preocupes por mis hijos. Preocúpate por el legado que les estás dejando a los
tuyos, principalmente a quien te acompaña, Teodoro Raúl. Enséñale a pescar, no
le entregues el pez. Incúlcale que trate de brillar con luz propia y no con la
tuya para que sepa qué hacer en un momento determinado. También, orienta tus
consejos a tu amigo y primer aplaudidor Pablo Rubén que bastante falta le
hacen. ¿Cómo es posible que a su edad transite por el camino de la vida con
mirada de perdonavidas y buscando camorra?
Reacciona Teodoro,
reflexiona, haz un alto en tu vida. Vivimos en tiempos de cambios, de
globalización, de modernización. Permite el relevo generacional, no te aferres
al poder, que se ha convertido en tu modus vivendi. Ya no son tiempos de
cacicazgos ni de amo de horca y cuchillo.
Además, te refiero que tanto
tú como Teodoro Raúl se comportaron como patanes al gritarle a mi esposa cuando
solo intentaba documentar mi intervención por medio de videograbación para
evitar la manipulación. ¿Dónde está tu libertad de expresión y derecho a la
información? ¿En que afectaba al desempeño de la asamblea? No, no, no. No te
escudes en que se trataba de una reunión de consejeros.
Eres, Teodoro, de las
personas que lanzan la piedra y esconde la mano. Zorrunamente dejas que otros
ejecuten el trabajo sucio. Lo mismo sucede con tu “democracia dirigida” para
imponer dirigentes “títeres”
Aunque, como dice el dicho
y dice bien “chango viejo no aprende maroma nueva”, haz un esfuerzo y no dejes
pasar la oportunidad de que se te recuerde como un gran líder y no como un
cacique, un dictador o un tirano. Entiende, si nadie te refiere lo anterior es
porque tu autoritarismo no lo permite y quienes se dicen tus amigos,
lógicamente, prefieren la zona de confort que enfrentar a un necio.
La egolatría y el
narcisismo son dos graves problemas de trastorno de personalidad que te están
afectando en el ocaso de tu vida.
Igualmente, como lo
dijiste en la asamblea en Culiacán, si algún día decides cambiar, ahí estará mi
mano extendida.
Salud y bendiciones.
Mario Ángel.
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