Engañó
a la muerte
Carlos
Ravelo Galindo, afirma
Fernando A Calderón y Ramírez de
Aguilar, nuestro amigo médico, nos platicó este cuento, que vale la pena
repetirlo.
Creemos haberlo entendido bien. Y así
lo escribimos.
Pero
antes unos datos de la muerte en México, según Inegi.
En 2015 se registraron más de 655 mil defunciones. Enfermedades del
sistema circulatorio (25.5%), enfermedades endocrinas, nutricionales y
metabólicas (17.5%) y los tumores malignos (13 por ciento) son las principales
causas de defunción.
Entre 1990 y 2015 la tasa de mortalidad infantil disminuyó de 32.5 a
12.5 defunciones de niños menores de 1 año de edad por cada100 nacidos vivos.
En 2015 la razón de
mortalidad materna es de 34.6 defunciones por cada 100 000 nacidos vivos;
Chiapas (68.5) y Nayarit (66.9) muestran el nivel más alto.
Lo que
sigue, es fábula.
En la pobreza extrema, sola, sin
protección alguna, con los dolores de parto y sin tener un lugar donde parir,
se encontraba la joven Dalina Partezun, de apenas 17 años de edad. Su marido y
protector había muerto de una severa intoxicación etílica, originada por la
desesperación de no encontrar el trabajo
que le permitiera mantener un hogar para guarecerse y dar de comer a su esposa
y al retoño que próximamente llegaría.
La pobre mujer estaba desesperada, gritaba,
lloraba y para colmo empezaba a llover, sin embargo caminó y caminó hasta donde
sus escasas fuerzas le permitieron. Cuando ya no fue posible seguir adelante
cayó sobre el barro y perdió el conocimiento.
Al despertar se encontraba dentro de
una gruta pequeña, pero lo suficientemente amplia para que durmiera y
recuperara fuerzas , la cual seguramente
había sido el cubil de alguna fiera y que esta lo había abandonado.
De una
pared brotaba agua dulce de gran pureza, que sirvió para calmar su inmensa sed,
y junto había ropa para cubrirse y
viandas suficientes para satisfacer el hambre intensa, que tenia ya desde hace
varios días.
Los dolores del parto aumentaban al tiempo
que la sensación de miedo a lo desconocido. No entendía que había pasado ni quienes eran sus
bienhechores. La frecuencia del dolor
había aumentado, sentía agua que le mojaba ambas piernas.
Se recostó y al dar a luz, escucho en fuerte llanto, como
un canto y a la vez un reclamo a la vida. Al ver y tener la criatura en sus
brazos se reconforto.
Entonces recordó que había orado por un parto
con el mínimo dolor, y que el recién nacido que era su gran esperanza, gozara
de todas las condiciones normales, que ella pudiera alimentarlo hasta encontrar
un trabajo que le permitiera mantenerlo sano y salvo y brindarle una educación
para salir adelante en la vida.
En esos pensamientos estaba cuando
se sintió cubierta por una gran sombra llena de calidez reconfortante y escucho
una voz que le dijo, bienvenida mujer, tus oraciones han sido escuchadas y la
madre del altísimo me ha ordenado que me encargue de ti y de tu hijo varón que
el día de hoy ha nacido para gloria del señor. Sorprendida Dalina se arrodillo
y dio gracias por su bienaventuranza.
La sombra tomó forma hasta quedar
dibujada totalmente lo que causo gran miedo. La figura era de la muerte. Recordó que era el día 2 de noviembre del año
en curso y calló.
La muerte tomo la palabra y dijo,
se me ordenó conceder cuatro gracias a tu hijo.
La primera que la vela que alumbra su vida,
permanezca encendida por muy largos años para que pueda hacer el bien. En
contraste con la tuya que ya va consumida a la mitad. El no podrá evitar que
permanezca más tiempo en tu existencia.
La segunda que nunca le falte casa,
vestido, sustento y educación. Llegará
a ser un gran médico. Curara toda clase de enfermedades, hasta las imposibles.
Será cuando al acudir al lecho del
enfermo vea a mi, su madrina situada en el lado derecho de la cabecera. Si
estoy en el izquierdo no podrá hacer nada y tendrá que anunciar la muerte del
enfermo.
La tercera una gran riqueza, para ser
distribuida entre los más necesitados, en su educación, su subsistencia y la de
su prole.
Tomará lo necesario para actualizar sus
conocimientos y sus recursos para la atención satisfactoria de sus pacientes,
si cae en la deshonestidad o no lo cumple quedará en la pobreza.
La cuarta muchos favores, satisfacciones y
alegrías. Se casará con santa mujer, tendrá hijos sanos, trabajadores, honestos
y leales que serán el báculo de su vejez.
Será honrado por sus contemporáneos siempre y
cuando guarde su humildad, deseche la soberbia y la vanidad que proporciona el
conocimiento, Tome los honores como una cosa natural.
A ello la madre respondió que sea como
el señor quiere y cúmplase a satisfacción, pero te pido muerte que como justa eres,
me visites de cuando en vez para saber como va este hijo mío y en qué lo debo
ayudar y orientar.
La muerte abandono el lugar y los
años pasaron tal como ella pronosticó: El joven como médico
atendía con gran amor y bondad, aplicaba todos sus conocimientos en la curación de los
enfermos.
Se hizo de gran prestigio. A los encumbrados como a los seres más pobres,
servía por igual.
La muerte estaba feliz con el cumplimiento de
su ahijado, pero como suele suceder un día acudió a una mísera cabaña, para
atender a una paciente ya desahuciada por todos sus colegas y rodeada de ocho
pequeñas criaturas, sufrida en la mayor de las tristezas y el abandono.
Lo primero que vio al entrar fue a la muerte
en el lado derecho de la cabecera de la cama. No obstante el acuerdo se
compadeció al máximo de las sufridas criaturas y deseo que la paciente no
muriera.
Hablo con la parca, su madrina, y le
dijo querida y benevolente protectora mía, ayuda a esta mísera familia. La
muerte insistió en el acuerdo.
El joven medico para cumplir con lo estipulado
y sanar a la mujer, pensó en engañar a su madrina y dio una pequeña vuelta a la
cama de manera tal que la muerte quedara del lado izquierdo.
En ese momento la enferma recupero totalmente
u salud. Y la llama de su vida volvió a arder.
Al ver y sentir el engaño la muerte
monto en cólera y retiro para siempre
las gracias que se le había concedido al médico.
La muerte solo había cumplido con lo
prometido y el galeno con su deber.
craveloygalindo@gmil.com


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